jueves, 9 de enero de 2014

Carta Navidad 2013

Prot. 120/11-15
Guanare, 24 de diciembre del 2013

Muy queridos hermanos, ¡El Señor les dé la paz!

Como todos han experimentado y saben, en los días de aguinaldos es tradición cantar el refrán de los “gozos navideños” (Ven a nuestras almas Jesús, ven y no tardes tanto), con acompañamiento de cuatro, tambores, maracas y charrasco. Lo he cantado, junto al coro, en mis dos celebraciones diarias, y su letra ha marcado el ritmo de mis reflexiones y oraciones. Una invocación, Maranathá, que la Biblia nos invita a repetir a menudo, en espera de la venida gloriosa y definitiva de Jesús en nuestra historia. Entre tanto, estas palabras se tornan una petición de sentido y un desafío, para lograr leer y vivir nuestra historia, particular y universal, a la luz de la presencia del Emanuel, Dios con nosotros.  

La celebración litúrgica del nacimiento histórico de Jesús es motivo de mucha alegría para todo el pueblo de Dios, y particularmente para nosotros franciscanos, así como nos enseña nuestro padre S. Francisco. El tiempo de Adviento, que nos ha llevado hasta la Navidad de este año, ha sido muy particular en la vida de la Custodia. Al comienzo hemos vivido con preocupación los sucesos del colegio de Caracas, con la renuncia de fray Romert a todos los cargos conventuales y custodiales, y la solicitud última de hacer una experiencia fraterna fuera de Venezuela. El 11 de diciembre la visita de la hermana muerte, con el fallecimiento de fray Edisson, que nos ha tocado hondamente en su ser improvisa y del todo imprevista. El 15, la alegría por la profesión solemne de fray Javier Antonio y la simple de fray Milton y fray Juan Gregorio, nuevos hermanos que Dios en su bondad y gratuidad nos ha regalado.   

No tengo una llave de lectura por todo eso. Creo, sin embargo, que estos hechos cuestionan y retan nuestra interpretación de la realidad y los acontecimientos. No podemos quedarnos en la superficie del sentido común. Debemos mirar todo con ojos de fe, para vislumbrar a Dios presente en la historia; ayudar a nuestros hermanos y fieles a leer con espíritu cristiano los sucesos; asumir actitudes evangélicas, para actuar con sabiduría y caridad. Necesitamos de una relación personal, íntima y real con Jesús, Dios humanado, que quiere venir a nosotros para darnos plenitud de vida y alegría verdadera. Brote, pues, espontánea y firme en nosotros la invocación: Ven a nuestras almas Jesús, ven y no tardes tanto.

Les deseo una Santa Navidad en fraternidad, y les envío un fuerte abrazo.
fray Matteo Ornelli
Custodio provincial

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