Prot. 120/11-15
Guanare, 24 de diciembre del 2013
Como todos han experimentado y saben, en los días de
aguinaldos es tradición cantar el refrán de los “gozos navideños” (Ven
a nuestras almas Jesús, ven y no tardes tanto), con acompañamiento
de cuatro, tambores, maracas y charrasco. Lo he cantado, junto al coro, en mis
dos celebraciones diarias, y su letra ha marcado el ritmo de mis reflexiones y oraciones. Una
invocación, Maranathá, que la Biblia
nos invita a repetir a menudo, en espera de la venida gloriosa y definitiva de
Jesús en nuestra historia. Entre tanto, estas palabras se tornan una petición
de sentido y un desafío, para lograr leer y vivir nuestra historia, particular
y universal, a la luz de la presencia del Emanuel, Dios con nosotros.
La celebración
litúrgica del nacimiento histórico de Jesús es motivo de mucha alegría para
todo el pueblo de Dios, y particularmente para nosotros franciscanos, así como
nos enseña nuestro padre S. Francisco. El tiempo de Adviento, que nos ha
llevado hasta la Navidad de este año, ha sido muy particular en la vida de la
Custodia. Al comienzo hemos vivido con preocupación los sucesos del colegio de
Caracas, con la renuncia de fray Romert a todos los cargos conventuales y
custodiales, y la solicitud última de hacer una experiencia fraterna fuera de
Venezuela. El 11 de diciembre la visita de la hermana muerte, con el
fallecimiento de fray Edisson, que nos ha tocado hondamente en su ser improvisa
y del todo imprevista. El 15, la alegría por la profesión solemne de fray
Javier Antonio y la simple de fray Milton y fray Juan Gregorio, nuevos hermanos
que Dios en su bondad y gratuidad nos ha regalado.
No tengo una llave de
lectura por todo eso. Creo, sin embargo, que estos hechos cuestionan y retan
nuestra interpretación de la realidad y los acontecimientos. No podemos
quedarnos en la superficie del sentido común. Debemos mirar todo con ojos de fe,
para vislumbrar a Dios presente en la historia; ayudar a nuestros hermanos y
fieles a leer con espíritu cristiano los sucesos; asumir actitudes evangélicas,
para actuar con sabiduría y caridad. Necesitamos de una relación personal,
íntima y real con Jesús, Dios humanado, que quiere venir a nosotros para darnos
plenitud de vida y alegría verdadera. Brote, pues, espontánea y firme en
nosotros la invocación: Ven a nuestras almas Jesús, ven y no
tardes tanto.
Les deseo
una Santa Navidad en fraternidad, y les envío un fuerte abrazo.
fray Matteo
Ornelli
Custodio
provincial
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