Fray José Alberto Suárez Alemán nació en Santa Ana Edo Táchira el 02 de noviembre de 1984; hijo de José Gervasio Suárez y Rosa Emilia Alemán, es el menor de tres hijos, siendo precedido por Ana del Rosario y Rosa Margarita.
Se crió en Capacho, rodeado de afecto en una familia muy unida, a la cual se unieron sus cuñados Gerson y Wilmer, y guiado por el ejemplo cristiano de sus padres. No podemos no mencionar el rol educativo lindo de su nana Flor. En Capacho realizó sus estudios de primaria en la escuela básica parroquial Presbítero Fernando María Contreras, y secundaria, hasta el bachillerato, en la U.E. Colegio Santa Mariana de Jesús.
Ingresó al Seminario Misionero Franciscano el 10 de Septiembre del año 2001. El 14 de agosto del año 2004 con la imposición del hábito inició el tiempo del noviciado y lo culminó con los votos temporales el 07 de agosto de 2005. El 01 de noviembre del año 2010 realizó su profesión solemne y el 01 de octubre del año 2011 recibió la ordenación diaconal por manos de monseñor José Sotero Valero.
Fray José Alberto, cuyo nombre completo de religioso lleva añadido “del Niño Jesús”, ha sentido siempre una fuerte atractiva por la niñez espiritual y la vida de contemplación, reflejadas sobretodo en la figura de S. Teresa del Niño Jesús. Por caminos que sólo Dios conoce, él topó con la Orden Franciscana Conventual, al cuyo interno aprendió a conocer y amar la figura del fundador –San Francisco de Asís- y su espiritualidad.
Esto con un enfoque muy particular, cultivado durante sus años de formación y hasta el momento, sobre la vida de oración y contemplación. Siempre, durante su formación, ha mantenido una inquietud para la vida eremítica franciscana, que lo ha llevado a vivir experiencias en la ermita de la Divina Misericordia, en Curbatí (Edo Barinas), y a compartir una inolvidable semana con fray Néstor, carmelita, en Potrero de las Casas, con una tienda al lado de la ermita del mismo. Con tal de vivir experiencias parecidas, fue capaz de renunciar a parte de sus vacaciones. Al momento, sigue guardando celosamente sus momentos de encuentro y diálogo con el Señor, sin renunciar a llevar para adelante, con generosidad, los cargos de la vida fraterna y los servicios pastorales.
La niñez espiritual y la pequeña vía de S. Teresa, han asumido, con el tiempo, los rasgos franciscanos de una vida vivida buscando una santidad diaria en sencillez, sobriedad y fraternidad, además de una curiosidad intelectual que lo conduce a leer para actualizar y avivar su vida en Dios, su testimonio religioso y su trabajo pastoral.
Razones que nos han impulsado a ver en él características para desenvolverse como formador en la Orden, proponiéndole prepararse, para este servicio, en Roma, donde él vivirá los próximos tres años, estudiando franciscanismo y cursos aptos para dicho ministerio. Nos cuesta renunciar a su presencia fraternal y a su esmerado servicio pastoral; sin embargo, estamos confiados que Dios nos recompensará con creces.
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