sábado, 28 de diciembre de 2013

Carta navideña de los hermanos venezolanos en Italia

Paz y bien hermanos.
En nombre de mis hermanos Fra José Alberto y Fra Cristancho, habiendo hablado con el primero y presuponiendo el consenso del segundo, les escribo a la vigilia de la Navidad deseándoles a todos y cada uno una serena y feliz navidad y un año de gracia y crecimiento en el Señor. Las razones que nos mueven a escribirles son muchas sin embargo hacemos el elenco de algunas de ellas: la experiencia dolorosa y pascual del hermano Edison de quien esperamos recordar siempre sus gestos y palabras en modo que la muerte no parezca que nos lo haya quitado; la profesión religiosa de nuestros hermanos, dos en modo simple y uno solemne; la Navidad, el nacimiento del Hijo de Dios, memoria y profecía de nuevos tiempos, anamnesis y epiclesis de la renovación de la Iglesia ayer hoy y siempre; el nuevo año que está por abrirse delante de nosotros como don de Dios y tarea nuestra para que se trasforme en el lugar de nuestro encuentro profundo y renovado con el Dios de la vida y del camino.
Ante todo queremos expresar el nuestro gracias sincero y profundo por vuestra cercanía y recuerdo en vuestras oraciones que nos ayudan a realizar lo que nos ha sido confiado en paz y armonía. Gracias también por mantenernos siempre informados acerca de todo lo que está sucediendo en nuestra Custodia.

La pascua del hermano Edisson nos ha golpeado a todos en el corazón despertando en él  sentimientos antes poco vividos consiguiendo misteriosamente de mantener unidas cosas que el hombre moderno tiende a separar: el dolor de la separación y la alegría de la comunión, la muerte y la vida, el más allá con el más acá como si fueran dos mundos extraños el uno al otro. Hemos rezado por Edisson y su familia pero también hemos pedido a él en virtud de la comunión de los santos que nos regale un “corazón simple” como el suyo; no tememos equivocarnos si decimos que el corazón simple contiene en esencia lo que es Edisson: un corazón totalmente dedicado y orientado a las cosas de Dios, con simplicidad y humildad, Edisson nunca dudó que su vida y vocación eran las de ser un fraile menor como Francisco. En su corazón no habían otros planes si no los de seguir sin detenerse ante las dificultades el camino que Jesús le había indicado: la vocación franciscana. Podría decir todavía muchas más sobre nuestro hermano; atestiguo sólo que Fra Edisson fue una piedra decisiva e importante en la resolución personal de una crisis vocacional. Recuerdo aún sus palabras. Cómo le seré eternamente agradecido!!!

Tener juntas cosas opuestas es propio de santos y sobre todo del más Santo de los santos, de Dios Padre: a la tristeza por la pascua definitiva de fra Edisson el Padre en su infinito designio unió la alegría de la profesión religiosa de nuestros hermanos Fr Juan Gregorio y Fr Milton que dieron su sí temporáneo al Señor y Fr Javier Antonio que dio su sí definitivo al Señor. Temporáneo y definitivo son distinciones jurídicas que sirven a nosotros para medir el tiempo y la calidad de la entrega pero delante de Dios no dicen nada. Sin embargo ayudan a evaluar, corregir, reorientar siempre mejor la vida al Señor. La madurez y la consolidación en la llamada son frutos más de los años que de los días. A ustedes hermanos deseamos todo el bien y la gracia necesarios para el vuestro crecimiento y fortalecimiento en el Señor. Nos viene de decir que en la medida en que unan el vuestro “Sí” temporáneo y definitivo al “Sí” inaugural de María en la Anunciación y al Sí conclusivo de Jesús sobre la cruz vuestra llamada se consolidará inevitablemente. ¡Qué maravilla poder contemplar en una única eventualidad los tres Sí: el Sí último de Fr Edison a la voluntad de Dios, el Sí de cada uno de ustedes a la vida religiosa! Loado sea el Señor que hace cosas grandes.

Sobre la Navidad más que escribirles nuestras pobres impresiones remitimos a la riqueza singular de las reflexiones teológicas de las diferentes catequesis que nos han acompañado durante el tiempo del adviento en la segunda lectura del oficio de las Lecturas; riqueza y profundidad que nos seguirá acompañando en el tiempo de la Navidad apenas iniciado. Sin embargo nos atrevemos a decir sólo dos palabras: la Navidad es el tiempo en el que Dios realiza sus promesas de salvación; los anuncios proféticos de las primeras lecturas del adviento insistían siempre en la venida del Salvador, del liberador, de la victoria de Dios sobre los enemigos; hoy vemos cómo Dios cumple máximamente lo que nos había anunciado pero lo hace en un modo totalmente desconcertante: el Salvador no viene en las vestes de un gran señor y emperador sino en las de un niño que suscita más ternura que temor. Así nos salva Dios: en la debilidad de nuestra carne humana asunta sólo por amor. ¡Qué cosa extraordinaria: la carne asunta por el Verbo de Dios no es otra que la misma mía carne! Aquí está el misterio de la comunión cristiana: hemos sido incorporados al cuerpo de Cristo a través de la carne del Hijo de Dios. Hemos sido unidos a Cristo y entre nosotros: somos de la misma carne. ¿Qué tipo de carne somos nosotros: carne humana o carne divina? Por el misterio de la unión hipostática del Verbo somos carne humana y divina a la vez.  Por ahora basta de reflexiones.

El último punto que nos queda por tratar es el del año nuevo: año nuevo, vida nueva, como dice el canto tradicional que desde pequeños hemos aprendido. Un año nuevo es siempre un reto: vivámoslo en la comunión recíproca recordándonos los unos a los otros en la oración. Les deseamos un año lleno de gracia y crecimiento. Son nuestros más vívidos deseos.
Ps: Fray José Alberto se encuentra ahora en Cupertino ayudando en las confesiones y demás; Fray Jose Antonio en su nueva comunidad de Gravina; yo para la fecha en que escribo estas líneas me encuentro todavía en el Atelier de teología del padre Spidlik, mañana voy al seráfico y estaré allí hasta el 5 de enero cuando debo reentrar aquí. El 3 de enero tengo un encuentro con una doctora homeópata para lo de la orinadera. Por esta misma razón permanezco en Roma porque los días para estar afuera son pocos y los pasajes son costosos. Estamos en contacto queridos hermanos… nos vemos en el próximo año Dios mediante…

¡FELIZ NAVIDAD Y PROSPERO AÑO NUEVO 2014!

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