A todos los hermanos UN ABRAZO muy fuerte,
Dios me ha permitido asumir un compromiso de comunión con la Iglesia. Les
cuento que he vivido una mañana y un día muy significativo, como dicen ahora:
una huella de sentido, jejej... Fui ordenado en un monasterio de aquí cerca,
son unas hermanas Francesas cuyo carisma lo viven bajo la luz de la Anunciada y
su fundadora es Santa Juana de Francia. Desde hace tres días he vivido
unos significativos días de preparación, he vuelto a Alajuela (lugar donde está
la casa de formación, ya que actualmente vivo de familia en otro convento, en
la capital del País que se llama San José) he hecho unos días de retiro, he
vuelto para encontrarme con Dios en un pequeño eremitorio que hay en el
convento y compartir con los hermanos, pero debo reconocer que el silencio me
ayudó, sin embargo, me iluminó mucho, mucho, volver a compartir con los
hermanos (fueron mis catequesis o meditaciones).
Vinieron algunas personas que he conocido a lo
largo de estos años, así como los Frailes de la Custodia de Centroamérica, así
mismo Fr. Marco Quesada por Guatemala, donde estuve el año pasado y algunas
comunidades religiosas, como capuchinos y Calasanz, alguna religiosa y por
supuesto nuestros amados frailes, y en un lugar privilegiado sus
pensamientos y los míos que nos ponían en comunión.
La comunidad preparó un almuerzo para los que
vinieron y después de compartirlo fuimos a acomodar todo en el
monasterio y por la tarde fuimos al cine...
En verdad me sentí muy emocionado, ofrecimos
parte de las oraciones por Venezuela, pues soy consciente del contexto
histórico en el cual prestaré este servicio.
Fr. Enrique quien me ha ordenado, siendo los
dos graduados hoy, él es la primera ordenación que hace de diácono y yo que iba
a ser ordenado por primera vez jajajaj.... En verdad ha sido muy especial
que haya sido un Obispo de nuestra Orden, me alegró que los dos llevábamos
debajo del alba el mismo hábito y los mismos votos ¡una gracia muy
linda!
Hablé con mis padres. Estaban contentos y nostálgicos, todo según Dios.
Hablé con mis padres. Estaban contentos y nostálgicos, todo según Dios.
Un abrazo. Se les quiere.
Javier Antonio
FRAY JAVIER NOS CUENTA A RAIZ DE SU DIACONADO
Muy accidentado. Yo vivía en un pueblito en Venezuela. Una vez enviaron unos frailes de misión en Semana Santa. Ello necesitaban que alguien los acompañara por el pueblo. Yo tenía 16 años y mis papás me lo permitieron.
Al final me curioseó mucho el hecho de cómo vivían, qué hacían, cómo vestían. Me gustó visitar las casas con ellos, llegar tardísimo, acompañar su sistema religioso. Todo eso me pareció muy curioso. Ellos me invitaron a una convivencia. Entonces fui y así los conocí, de manera accidental. Seis meses después ingresé a la Orden.
¿Qué se imaginaba usted que era ser fraile?
Otra cosa distinta. Generalmente, por ser una persona de campo (aunque pasa en toda parte) se idealiza la vida religiosa, uno proyecta la bondad y ve a los frailes como un referente. Nunca participé de una Pastoral Juvenil ni fui catequista. Yo iba a misa cuando iban a celebrar misa a mi pueblo. Cuando estaba en el colegio que teníamos que viajar, eventualmente iba a misa en una parroquia. No ingresé por una proyección de la pastoral. Fue la vida de los frailes la que me marcó, su forma de rezar (que todavía para mí es muy significativa) y llevar su vida. Fue la vida providencial de los frailes lo que me marcó.
¿A qué se refiere con vida providencial?
Cuando un candidato ingresa a la Orden su vida pertenece a la Providencia de Dios. Aquello que decía el Génesis: Cuando a Abraham le piden salir de la tierra es porque Dios va a ocupar el lugar que él dejó. En mi familia fue así. Incluso mis papás se casaron cuando yo ya estaba en la Orden. Mi papá enfermó y los frailes estuvieron con él. Yo estaba en Costa Rica cuando mi abuela murió y ellos fueron los que le dieron los últimos sacramentos e hicieron el funeral. Entonces, a lo largo de mi vida han sido estos frailes (donde volví a nacer) los que han acompañado la historia de mi familia. Como las aguas del río que van a la mar se juntan y uno ya no sabe cuál es cuál, así es para mí el carácter providencial de Dios. Dios se va haciendo presente en hechos: el Dios que a veces es silencioso, eufórico, significativo o que a veces te deja como solo… Bueno ahí entra la providencia de Dios. Es esa forma de vivir: diálogo y vida fraterna.
¿Qué pasó desde que entró a la Orden hasta que lo enviaron a Costa Rica?
Estuve 4 años de postulan-te, haciendo simultánea-mente mis estudios de filosofía y el primer año de teología. Después hice el noviciado con Fray Jorge Barillas, Fray Deiby y Fray Carlo. Luego, seis meses más de teología en Venezuela y finalmente me vine para Costa Rica en enero del 2011.
Novedosa y desafiante. Ha sido nuevo el dar clases y entrar en contacto con jóvenes. Es un paso bonito en la historia de mi vida. Yo creo que estamos sembrando las semillas del Verbo. No veo a los muchachos como estudiantes de religión, para mí son pequeños cristianos que necesitan conocer su fe.
Para mí los votos solemnes ha sido lo más fuerte que ha sellado mi vida. Después vino el diaconado el 5 de abril. Es un servicio ministerial a la Iglesia en la Orden, como pastor. Ha significado mucho contacto con la gente. Me ha permitido acompañar a las personas en el dolor y la soledad, comprender qué significa ser verdaderamente presencia. En los funerales he visto que las personas necesitan que haya alguien y si es un fraile lo relacionan con Francisco de Asís. Eso les llena el corazón de esperanza.
¿Cuéntenos sobre su primer bautismo?
Creo que llevaré siempre en mi memoria a Benjamín. A la hora de sumergir al niño en el agua lo viví con emoción y con miedo. En ese momento le pedí a Dios que ojalá siempre viva así los bautizos porque si no me podría convertir en un “gerente de bautizos”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario