martes, 17 de abril de 2012

Economía para la misión


“Y dondequiera donde estén y se encuentren unos con otros los hermanos, muéstrense mutuamente familiares entre sí. Y manifieste confiadamente el uno al otro su necesidad, porque si la madre nutre y ama a su hijo carnal, ¿Cuánto más amorosamente debe cada uno amar y nutrir a su hermano espiritual?”
(Rb VI, 7-8)

Me siento frente al ordenador a teclear una palabras sobre la experiencia vivida estos días en el convento Santísima Trinidad y lo primero que se me viene a la mente es ese párrafo inicial que se encuentra en nuestra Regla. Lo pongo allí no por presunción, creyendo que ya vivimos de esta ideal manera, sino porque debe ser para nosotros una continua referencia de examen fraterno. La sana familiaridad, la confianza, el cariño, el amor, son los puntos básicos que nuestro bienaventurado Padre nos da como pistas de su seguimiento.
Esta semana de encuentro fraterno tuvo “un no sé qué” de distinto y natural. Distinto porque fue nuestra primera experiencia de amenos paseos, y natural por el ambiente enteramente familiar en que todo se desarrolló. Los dieciséis nos llevamos gratos recuerdos. Agradecemos de manera especial a los hermanos que por diversos motivos no pudieron participar, pero que se hicieron presentes con su oración.

Lunes 09 de abril, a lo largo del día fuimos llegando a Pueblo Llano desde los diversos puntos de nuestra geografía nacional. De esta forma en horas de la tarde estábamos casi todos los hermanos que podíamos participar al encuentro, la comunidad Santísima Trinidad nos recibió con todas las atenciones y el convento con su acogedor estilo fresco y limpio nos abrió las puertas. Durante la cena de este primer día nuestro querido padre custodio nos brindó información de diversas noticias y al final fuimos invitados a colaborar en la limpieza y orden de la cocina y comedor, lo que fue una de las cosas innovadoras y enriquecedoras que fray Franklin nos invitó a vivir como una gracia a la que todos estuvimos abiertos y disfrutamos. Al terminar, nos reunimos en la sala de tv para competir por comunidades en juegos de cultura bíblica y teológica (que aunque suene con ese título serio y formal fueron un par de horas de risa continua), y luego como custodia en un ahorcado de nombres bíblicos (con renovadas risas).

El día 10 Pueblo Llano amaneció con su particular aire frío de cielo despejado. Después del desayuno nos dirigimos hasta la laguna la Victoria para una “pequeña” caminata hasta la laguna de Mucubají. Ascensos de verde musgo, cielo azul, sol brillante, frailejones, horizontes intimidantes de gran belleza fueron los compañeros de camino. Marchamos en alegre charla deteniéndonos en pequeños momentos para respirar y disfrutar de cada rincón hasta que divisamos a lo lejos la laguna de Mucubají y a los hermanos que gentilmente nos esperaban allí con los carros. Al llegar, nuestro hiper-energético fray Pedro deseaba continuar en caballo hasta la laguna Negra, pero ninguno de los jóvenes hermanos nos animamos mucho. Después de calentar el cuerpo con té o chocolate y devorar un frugal almuerzo franciscano retornamos al convento. La eucaristía de la tarde fue presidida por fray Evelio y la homilía a cargo de fray José Alberto. Luego de la cena otro rato de sanas competencias entre comunidades con unos resultados…digamos: asombrosos…y dignos de otro par de buenas carcajadas.

El 11 desayunamos bastante temprano y partimos hacia Mérida con el fin de visitar el parque temático “La Venezuela de antier”, un camino de tres horas hasta que llegamos y todos juntos con la cédula de identidad datada de 1925 iniciamos el curioso recorrido en el tranvía del que bajamos amenazados con recibir “un par de planazos”. Visitamos un pequeño museo, atravesamos la cueva del Guácharo y en Nueva Esparta nos recibió un curioso personaje que con chistes un poco subidos de tono nos invitó a bailar el sebucán para lo que terminamos siendo un COMPLETO DESASTRE. Así fuimos por los diversos estados de Venezuela conociendo, aprendiendo y riendo. Fray Daniel fue nuestro torero oficial en la plaza de toros de Maracay y allí el espectro del hambre comenzó a hacer de las suyas. Por eso, la última parte fue un poco más rápida hasta regresar a los carros y, después de unos cuantos intentos fallidos, pudimos comer satisfactoriamente y emprender el camino de regreso por una carretera oscura y nublada en el páramo… todos llegamos con vida.
El 12 amaneció con una lluvia que no paró en todo el día e iniciamos el día con solemnes Laudes cantados y Oficio de lecturas. Terminado el desayuno y reunidos en el claustro del convento nuevo hicimos nuestro día formativo envueltos en ruanas, cobijas y hasta batas de baño. Fray Matteo y fray Franklin fueron los moderadores. La discusión se enfocó a la vivencia del aspecto económico siendo fieles al evangelio y a nuestra espiritualidad franciscana. El custodio inició la conversación reflexionando en la perícopa de la multiplicación de los panes y extrajo de ella una serie de enseñanzas prácticas para la vida fraterna. Luego, divididos por grupos, reflexionamos en otras citas bíblicas, a saber, la serie de instrucciones comunitarias que da Jesús a sus discípulos para no dar escándalo y llegar al reino de los cielos con toda justicia (Mc 9,42-48); el rico y Lázaro (Lc 16,19-31) y los jornaleros de la viña (Mt 19,30; 20,1-16). Cada grupo aportó sus consideraciones y posteriormente fueron enriquecidas con las intervenciones de fray Matteo. Fray Franklin trajo a consideración el espíritu de servicio del ecónomo brindándonos un completo artículo sobre el perfil del ecónomo para el día de hoy. Por la tarde nos dedicamos a temas más puntuales de interés práctico para la custodia, como el aspecto jurídico, el seguro social y sanitario, la situación de los hermanos extra-claustra. La eucaristía de la tarde fue presidida por fray José Luís y la homilía en manos de fray Pedro Briceño.

La lluvia hizo de las suyas y trancó el paso hacia Barinas pero afortunadamente se solucionó. Al final del encuentro, el día 13, todos comenzamos a partir desde tempranas horas.
Creo que todos hemos experimentado lo mismo a lo largo de estos días, una gran satisfacción por el camino que estamos haciendo como hermandad, el clima ameno y familiar nos hizo sentir en casa y nos motivó a seguir trabajando para construir y alimentar también nuestras comunidades locales. Dios bendiga cada una de esas iniciativas para el bien de nuestra presencia en Venezuela con el fin de vivir como custodia siempre EN COMUNION.
 Fray José Alberto


La Concepción Edo. Zulia.
10 de abril de 2012
Hermanos, feliz Pascua de Resurrección a todos.

Siento muchas ganas de estar allá compartiendo con Uds. de este encuentro de fraternidades. Pero esta vez el Señor me regaló otra experiencia.  Aquí en el Edo. Zulia, donde me encuentro con las Hermanas Franciscanas de la Inmaculada, cerca de los enfermitos de lepra del Hospital Cecilia Pimentel.

Estos días de semana santa hemos tenido mucho quehacer por aquí. Desde visitar, casi diariamente, el Hospital y evangelizar visitando casa a casa los hogares de 4 barrios, donde lo que abundan son protestantes y guajiros. Pero al menos, uno que otro católico que hemos encontrado, se ha motivado a participar en las actividades. Los niños aquí abundan, son muy sencillos pero casi incontrolables. Son ellos los que más se acercan. Al menos hay la esperanza de que si perseveran, ellos serán los próximos animadores de estos sectores, tan desatendidos por la acción misionera de la Iglesia debido a la basta extensión de territorio de una misma parroquia. Se calculan unos 180mil habitantes en toda la jurisdicción parroquial. Al menos por esta zona en la que me encuentro, las hermanas están haciendo un buen trabajo.

La experiencia con los enfermitos de lepra en el Hospital es algo que me gusta. Es la segunda vez en los últimos años que vengo aquí. Es venir con la conciencia clara que más que venir a hacer una pastoral sacramental, es venir a escucharlos y simplemente estar entre ellos. Pasar el rato con ellos. Compartir en medio de sus sonrisas y su dolor, la cruz que llevan, no solo por la enfermedad (que ya es bastante), sino también por las condiciones inhumanas en las que los hacen vivir la mayor parte del personal que aquí se dice que “trabajan”. Los que han venido acá saben bien a qué me refiero.  Aquí estaré hasta fin de mes.

Con el gozo de estos días de pasqua y la satisfacción de encontrase entre hermanos espero que estos días en Pueblo Llano sean de mucho provecho, confraternización y esparcimiento para todos. Los encomiendo en mis oraciones. Espero estar en las de Uds. también.

Paz y bien hermanos, el Señor nos bendiga.
FJdXto
Fray Javier Mora (OFM.Conv).


domingo, 1 de abril de 2012

Carta para Pascua 2012


Barinas, 01 de abril 2012
Domingo de Ramos
Prot. 59/11-15

Hermanos muy amados, ¡el Señor les dé la paz!

Este saludo que S. Francisco encomienda a sus frailes asume un significado muy particular mientras estamos celebrando el Domingo de Ramos, portal de ingreso a la Semana Santa. Nos remite al mismo saludo del Resucitado, en el día de Pascua, cuando aparece a sus discípulos, encerrados por miedo a los judíos: “¡Paz a ustedes!”. Invitación a salir de la parálisis que los atenaza, para vivir y anunciar el Reino de Dios, de justicia y de paz. Una paz que no es mera ausencia de conflictos, sino vivencia y testimonio de una vida más plena, que sólo Dios nos puede donar, y sólo en y con Él es posible. Vida plena que se debe augurar a todos y buscar esmeradamente, para pregustar ya sabores de eternidad y experimentar la alegría verdadera. Pues, la alegría algo alborotada y superficial de la muchedumbre agitando ramas en el día de hoy, debe dar paso a aquella que deriva del compromiso decidido, íntimo y patente, de acompañarse a Jesús en su experiencia terrena de pasión por Dios y los hombres, hasta dar la vida por esto, para alcanzar así aquella paz-felicidad que el Resucitado propone y dona a sus discípulos de todos los tiempos.

Los obispos de Venezuela han propuesto vivir un año dedicado a la búsqueda y vivencia de la paz, tan necesaria en nuestro contexto nacional caracterizado por una inseguridad social preocupante, que genera un miedo generalizado, el encerrarse cada uno en su propia casa, la mirada sospechosa hacia quienquiera nos cruce y no sea un conocido. Aún más con vista a las próximas elecciones presidenciales. El clima de desencuentro verbal y casi físico; la calificación del adversario como enemigo, con todo el vocabulario violento que pueda conllevar, son inadmisibles para los cristianos, y van combatidos rotundamente. Hay que favorecer y fomentar el sueño evangélico de una comunidad de hermanos, donde diferencia no es sinónimo de conflictividad, sino más bien de reto a la integración y al intercambio de riquezas. ¡Bienaventurados los constructores de paz! Es superfluo subrayar el aporte que nosotros franciscanos podemos y debemos dar a este anhelo. De lo contrario, el saludo pascual, que nos caracteriza frente a la humanidad, podría sonar falso y hueco.

Gracias a Dios, en este momento no existen en la Custodia situaciones de conflicto. Dijera, antes bien, que estamos viviendo una primavera presagiadora de frutos maduros. Aún nos falta camino a recorrer. Tal vez, esta madurez está reservada sólo al más allá. Sin embargo, no podemos desistir del buscarla, dando espacios siempre más grandes a Dios en nuestros corazones y fraternidades. Puede que, a veces, nos domine el desaliento o el miedo, generando cerrazones que parecen impenetrables e infranqueables. No olvidemos que Jesús no se detiene frente a puertas cerradas y muros robustos. Démosle siempre más entrada en nuestra vida, y asistiremos al milagro del don de una vida plena y de la paz fraterna, que sólo su presencia nos puede donar. Estamos desafiados a dar calidad teológica, motivaciones cristianas, profundidad humana a nuestro estar juntos, a nuestra vida comunitaria ya esencialmente buena y a nuestro testimonio.

El Domingo de Ramos de este año tiene un valor particular para nosotros franciscanos. Hace ochocientos años Clara de Asís decidió, en esta misma fiesta litúrgica, fugarse de su casa, para abrazar el Amor único y verdadero, el de Dios, haciendo propia la forma de vida de Francisco el Poverello. El secreto de la verdadera alegría es confiarse en Dios”. Lo afirma Benedicto XVI en el mensaje con motivo del Año de Santa Clara, que celebra el octavo aniversario de la consagración y conversión de la Santa de Asís. El secreto de una vida plena y una paz verdadera reside en esta confianza, sin la cual lo terrenal roba espacio a lo espiritual.
Continúa el Papa: “En su significado profundo, la «conversión» de Clara es una conversión al amor. Ella no tendrá nunca más los trajes refinados de la nobleza de Asís, sino la elegancia de un alma que se gasta en la alabanza a Dios y en el don de sí misma. En el pequeño espacio del monasterio de San Damián, a la escuela de Jesús Eucaristía contemplado con afecto matrimonial, se irán desarrollando, día tras día, los rasgos de una fraternidad reglada por el amor a Dios y la oración, por la atención y el servicio. Es en este contexto de fe honda y de gran humanidad que Clara se vuelve segura intérprete del ideal franciscano, implorando aquel «privilegio» de la pobreza, es decir la renuncia a poseer aun fuera sólo comunitariamente unos bienes, lo cual dejó largamente perplejo el mismo Sumo Pontífice, quien finalmente se rindió frente al heroísmo de su santidad…
La historia de Clara, junto a la de Francisco, es una invitación a reflexionar sobre el sentido de la existencia y a buscar en Dios el secreto de la verdadera alegría. Es una prueba concreta que quien cumple la voluntad del Señor y confía en Él no sólo no pierde nada, sino, antes bien, encuentra el verdadero tesoro capaz de dar sentido a todo”.
La memoria de esta conversión de S. Clara en el día del Domingo de Ramos, nos impulsa también a nosotros a la radicalidad en el seguimiento de Cristo, pobre y crucificado, para alcanzar la alegría y la paz que Él nos anuncia en su resurrección.

Les deseo a todos una Semana Mayor que sea una verdadera experiencia de santidad, a la luz de las liturgias de estos días y del servicio al pueblo de Dios. Nos acompañen y estimulen el ejemplo de Nuestro Padre S. Francisco y S. Clara, y los demás santos franciscanos, quienes, contemplando la entrega total de Jesús en la cruz, pudieron alcanzar las cumbres del amor de Dios recibido y compartido. La Virgen de Coromoto nos ayude a recibir el cuerpo de su hijo en nuestras vidas y fraternidades, participando de la Eucaristía y de los misterios del Triduo Pascual. Les reitero el saludo-augurio de Francisco: “¡El Señor les dé la paz!”. Un abrazo fraterno a todos. 
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Fray Matteo Ornelli
Custodio provincial

Clara de Asís: implorar el privilegio de la pobreza


“El secreto de la verdadera alegría es confiarse en Dios”. Lo afirma Benedicto XVI en el mensaje con motivo del Año de Santa Clara, que celebra el octavo aniversario de la consagración y conversión de la Santa de Asís. El mensaje del Papa fue leído anoche en la Catedral de San Rufino, por el obispo de Asís-Nocera Umbra, Mons. Domenico Sorrentino, durante la celebración de las Primeras Vísperas del Domingo de Ramos.
Dice el Papa en su mensaje, que se centra en la actualidad franciscana, que San Francisco y Santa Clara todavía hoy hablan a los corazones de los jóvenes. "¿Cómo no proponer tanto a Clara, como a Francisco, a la atención de los jóvenes de hoy", se preguntó el Santo Padre, que escribe que "el tiempo que nos separa de estos dos santos “no ha disminuido su atractivo". Por el contrario, señala, "se puede ver la actual confrontación con las ilusiones y desilusiones que a menudo marcan la condición de los jóvenes de hoy." Nunca, advierte Benedicto XVI "una época como la actual ha hecho soñar tanto la imaginación de dos jóvenes, con miles de atractivos de una vida donde todo parece posible y lícito". Y aun así, "cuánta insatisfacción que hay, ¿cuántas veces la búsqueda de la felicidad, acaba tomando caminos que conducen a paraísos artificiales, como los de las drogas y la sensualidad desenfrenada."
El Papa también se detiene en su mensaje sobre la "situación actual con la dificultad de encontrar un trabajo digno y poder formar una familia unida y feliz, que añade nubarrones en el horizonte" de la juventud. Sin embargo, el Santo Padre afirma con esperanza que "no faltan jóvenes", incluso en nuestros días, que recogen la invitación de confiarse a Cristo para afrontar con valentía, responsabilidad y esperanza el camino de la vida, incluso eligiendo la opción de dejarlo todo para seguirlo en el total servicio a Él y a los hermanos". Por esto indica el Papa la historia de Clara y Francisco, "es una invitación a reflexionar sobre el significado de la existencia y buscar a Dios en el secreto de la verdadera alegría." Y añade el Papa Benedicto: esto "evidencia que quien cumple la voluntad del Señor y confía en Él, no sólo no pierde nada, sino que encuentra el verdadero tesoro capaz de dar sentido a todo."
El Papa reitera que la "conversión" de Clara, que se produjo en los días previos a la Pascua de Resurrección, es una "conversión del corazón." Como Francisco, recuerda el Papa, "Clara ya no tendrá ropa fina de la nobleza de Asís, pero sí la elegancia de un alma que se enciende en la alabanza a Dios y el don de sí misma." Clara por lo tanto, "se hace segura intérprete del ideal franciscano" implorando el "privilegio de la pobreza", que "dejó largo tiempo perplejo al mismo Sumo Pontífice, quien finalmente se rindió al heroísmo de su santidad."
El mensaje de Benedicto XVI también recuerda el "rasgo eclesial" de la historia de Clara y Francisco, asistidos por el obispo de Asís, a pesar de que muchos quisieron entonces impedir su elección. "Institución y carisma - escribe Benedicto XVI – interactúan perfectamente. El amor y la obediencia a la Iglesia, tan marcados en la espiritualidad franciscana y de las Clarisas tienen sus raíces en esta hermosa experiencia de la comunidad cristiana de Asís", que acompañó en el camino de la santidad a Clara y a Francisco. El Papa concluyó su mensaje con un pensamiento a las Clarisas, que "muestran todos los días la belleza y la fecundidad de la vida contemplativa, para ayudar en el viaje a todo el Pueblo de Dios"; y a los franciscanos de todo el mundo como "tantos jóvenes a la búsqueda y necesarios de luz". El Papa termina su mensaje con la esperanza que los niños de hoy puedan "descubrir cada vez más estas dos figuras luminosas del firmamento de la Iglesia."
(ER-RV)