jueves, 27 de diciembre de 2012

Navidad, una realidad para seguir soñando


Al atardecer de los tiempos, bajo una glorieta tejida de glicinas azules, blancas y violetas Dios descansaba, meciéndose en un viejo sillón de mimbre que Él había hecho con sus propias manos, con los ojos un poco entrecerrados y un poco entreabiertos, pronto a soñar pero aún despierto.
En Asís la orquesta comenzó a ejecutar bajo la dirección del maestro Ciro Visco. La basílica superior se transformó en un escenario donde se dio inicio a una danza de armonía hecha de música, voces, colores, formas, luces y corazones desde donde brotaban, con raíces profundas como una vieja nostalgia, la voluntad de lo bueno, de lo bello y de lo verdadero, era como si aquella gente soñara: ‘¡…la Gloria habitará en nuestra tierra…!
Las glicinas de Dios también comenzaron a danzar y acariciaban los musgos del techo de la basílica, regalándoles perfumes y frescas caricias de pétalos, mientras los pies de Dios dibujaban las melodías haciendo danzar su viejo sillón… ‘¡…La Justicia y la Paz se abrazarán!
De diversos ángulos del jardín celestial fueron llegando hasta la glorieta, bajo la cual se reposaba el Señor,  Franz Gruber, César Franck, Irving Berlin, Ariel Ramírez y otros más, encabezados por san Alfonso María de Ligorio; y todos ellos acompañaban con ejecuciones magistrales el concierto que acontecía en la basílica del Poverello.
¡Y vio Dios que todo eso estaba muy bien!
En Asís ahora la dirección era ejercida por el maestro Ennio Morricone. Vio Dios que comenzaba a llegar gente, provenientes de los cuatro rumbos del mundo, venían repletos de ofrendas. Hebreos y palestinos llegaban juntos, con camellos cargados de siglos de guerras, de condenas y odios recíprocos. Los poderosos del mundo arribaban con camiones y trenes plenos de dominios impuestos, de presiones económicas y militares, de invasiones injustas y millares de muertes inocentes en los países pobres y débiles. Los viejos y los nuevos imperios traían para ofrecer sus usurpaciones coloniales sobre tierras ajenas: islas, canales, peñones, ríos e innumerables bienes volvían manos de sus legítimos dueños. Las multinacionales portaban sus proyectos de explotaciones pagados a precio de limosnas. Todos cargaban con mayor o menor ración de racismos, de discriminaciones, de marginaciones y de miedos. Los gobiernos traían sus mentiras, sus manipulaciones, sus pretensiones de verdades absolutas, sus cegueras y sus sorderas. Y cada hombre y cada mujer ofrecían su corazón oscuro de smog, contaminando de pequeñas y grandes pobrezas pero aún capaz de acoger un sueño.
Montañas y montañas de maldades, de intenciones torcidas, de proyectos nefastos, de sentimientos enfermos, de agresiones descontroladas, de fanatismos radicados y violentos, fueron depositados frente al esplendor de la danza que se desplegaba entre el cielo y la tierra.
¡Vio Dios que eso era bueno! Y Dios mandó el Espíritu Santo sobre todas esas ofrendas. El Espíritu Santo sopló su aliento de fuego sobre toda esa escoria del mundo producida por la humanidad y una enorme hoguera iluminó la tierra abrasando todo el mal que había sido ofrendado. Las llamas se elevaban hacia el cielo hasta calentar los astros.
Se escuchó entonces el clamor de un viejo profeta de Dios que decía: ‘¡Destilen cielos, desde lo alto, y que las nubes derramen la justicia!
¡Dios se emocionó y… “piantó” un lagrimón…! Se conmovieron los ángeles, se estremecieron los santos, vibraba todo el cielo y comenzó a llover, llovía, llovía, llovía… cuarenta días y cuarenta noches de lluvia celestial cayó sobre las cenizas de la miseria del mundo y la tierra recobró su fertilidad y la humanidad volvió a ser virgen y pura. Bandadas de palomas se esparcían hacia los cuatro puntos cardinales de la tierra llevando la Buena Nueva de la paz.
El viejo profeta volvió a clamar: ‘¡Que se abra la tierra y produzca la salvación y que también haga germinar la justicia!
Dios vio una mujer joven, una mujer nueva, una mujer bella, una mujer pura, una mujer Virgen de corazón libre, se sintió cautivado por ella, se enamoró de ella y derramó en ella el amor de su corazón y Esa Mujer fue depositaria del mayor de los sueños que Él le quería regalar a la humanidad.
Vio Dios que un hombre llamado José también estaba soñando, dispuesto a decir que ‘Sí’… Luego… noche… silencio… espera… y finalmente el llanto del Niño habitó la historia.
Un pueblo de alma cristalina, de caminar diáfano, llegaba ahora a ofrecer pan, frutas, flores, miel, chocolate y ropitas de colores y danzaban cantando:
¡Griten de alegría, cielos
porque el Señor ha obrado;
aclamen, profundidades de la tierra!
¡Montañas, prorrumpan en gritos de alegría,
y tú, bosque, con todos tus árboles!
Porque el Señor nos ha redimido
y manifiesta su esplendor en el mundo.

Fray Jorge R. Fernández
Asistente general Falc

Ordenación sacerdotal de fray Yohanny Luna (8.12.2012): Don, piedad y misterio a ritmo de saxofón


Queridos hermanos con grande gozo les hacemos partícipes de las cosas nuevas y bellas que hemos vivido bajo el velo y la iluminación de María Inmaculada. Y nos gustaría iniciar haciendo memoria de aquellas palabras de Fr. Maximiliano Kolbe “permíteme alabarte Virgen María”.
Desde hace algunos días la ordenación Sacerdotal de Fr. Yohanny ha sido motivo de alegría. Alegría que ha sido traducida como momentos de oración, de compartir por parte de la comunidad como de los fieles que asisten domingo a domingo al convento; así mismo de sus familiares, amigos y todos nosotros. 
Para esta vez nos gustaría que utilicemos la imaginación, así recrearemos juntos esta bella experiencia. 
Del 03 de al 07 de Diciembre se ha preparado con su respectivo retiro que realizó en el Monasterio de las Hermanas de la Anunciada, contiguo al Convento. 
El 07 por la noche, tras la llegada de Fr. José Luis, el 06 por la tarde-noche, hemos hecho una cena para festejar comunitariamente la gracias que Dios pondría en sus manos para nuestro camino y el suyo. La reunión fue muy acogedora y significativa, pues unido a esto celebrábamos también la primera profesión de votos temporales de Pablo Carvajal (Pablito), novicio Costarricense que haría su profesión el domingo 09 de Diciembre en la Primera Misa presidida por el neo-sacerdote, Fr. Johanny. 
Finalmente con los primeros rayos del sol todo estaba preparado, la música dirigida por un despampánante coro, el ritual de la ordenación, las moniciones, la asamblea, el Obispo, el lugar y por supuesto el ordenando. A las diez en punto (hora tica) con voz sonora y solemne Fr. Eduardo daba inicio a la monición de entrada, desarrollando por una parte allí estábamos todos física y espiritualmente listos para participar de dicho misterio.
Y al ritmo del saxofón que introdujo todos los cantos se dio inicio a la celebración eucarística, presidida por Monseñor Ángel San Casimiro, Obispo dela Diócesis de Alajuela, junto a él, se hicieron presentes Fr. Justin (Ministro Provincial, de la Provincia de la Inmaculada en EEUU y de la delegación de Costa Rica). Fr. José Luis Avendaño (delegado por la Custodia de Nuestra Señora de Coromoto en Venezuela). Fr. Jorge Dobles (Delegado provincial). Fr. Eugenio Rivera, Fr. Frenado Quirós (guardián del convento la Asunción y Maestro de Ceremonia) y tres sacerdotes Diocesanos. Grande participación de los fieles de la Parroquia; así como también, miembros de la Orden Franciscana Seglar y Jufra.
Monseñor en su Homilía, en la cual casi finalizando nos ha confesado Solemnemente que ha predicado no lo que traía escrito sino lo que el Espíritu le ha ungido en el momento y para dicha ocasión.  
Desarrolló su Catequesis en torno a dos partes. La primera parte subdividida en  tres grandes bloques 
1. Invitó a vivir en un triple sentido el sacerdocio. Para los presentes sacerdotes. Aquellos que son sacerdotes desde hace mucho, mediano y cortos años invitando a vivir la celebración con espíritu de agradecimiento, 
2. Por aquellos que están en camino (postulantes, novicios y estudiantes en aras a ser ordenados), invitando a vivir la celebración desde el estimulo, calificándolo como una gracia permanente, ambientándolo desde el discernimiento, desde la ilusión de los días de enamoramiento, refiriéndose a los estudiantes  ha dicho “tú también vivirás estos sentimientos… un día” 
3. Hablando de cara a todos como fieles creyentes ha desarrollado que dicha ordenación se vive también como “pueblo de Dios” el cual es el único protagonista de dicho misterio y dicho don que estábamos celebrando. Refiriéndose a Fr. Johanny le ha exhortado con estas palabras “serán ellos los protagonistas, no tú, no yo, ellos… vívelo con responsabilidad, compártelo con el pueblo de Dios,” más adelante destacó que la significatividad del servicio que prestaría tendría que estar iluminado por la intercesión de María que solo es posible desde la “oración”  
La segunda parte la dirigió a los ojos de Fr. Johanny, hablando a su vida y a su corazón le ha dicho “la implicación de la respuesta (refiriéndose a la vocación)”. Exhortó a Johanny a vivir de acuerdo a los que ha elegido “Hoy (día de la ordenación), todo es fácil. Es fácil amar, tener fe, es sencillo…. Recuerda esto cuando des respuesta generosa en tu elección como sacerdote y religioso”
Ha finalizado Monseñor con la Alegría que le embarga el contar con la “la presencia Franciscana Conventual en su Diócesis”. 
Con la sencillez y la familiaridad inicial ha continuado la celebración de la Eucaristía, cada momento fue vivido con grande detenimiento y solemnidad, debo recordar que nuestro hermano no ha podido contener las lágrimas y con ellas nos hizo partícipes de su alegría y de su conmoción. Así mismo nos lo dio a conocer en sus Palabras dirigidas a Dios, a la Orden, a sus Padres, a los Frailes, a la comunidad de Alajuela, Convento Nuestra Señora de la Asunción, porque allí se le ha permitido compartir más que una etapa, ha compartido la vida, el afecto, la amistad (MUY Franciscano, verdad!!!!!)
Fr. José Luis citando el Salmo 125,3”El Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres” ha querido expresar su regocijo  no sólo personal sino en nombre de toda la Custodia Nuestra Señora de Coromoto a Dios en Primer lugar, a la Orden personificada en la Delegación de Costa Rica, a ellos ¡GRACIAS!. A la comunidad presente, a Monseñor y a quienes de corazón y sus oraciones se han hecho presente.
También el Ministro provincial de la Provincia la Inmaculada Concepción, el cual vino para ser parte de la Ordenación de Fr. Johanny y que además  inició con las Palabras “Yo soy el gringo del norte” con su entusiasmo, sencillez y cercanía agradeció a todos los presentes, y entre risas invitó a los presentes “a ser y hacer signos de Dios y de Francisco hoy”
Antes de la Bendición Final se le ha conferido el permiso para que Fr. Yohanny ejerza con fidelidad y responsabilidad el sacramento de la reconciliación. Don y Misterio que le acompañaran siempre, para que ejerza de Padre, médico y Juez. 
Terminada la celebración Fr. Fernando invitó a todos a un compartir fraterno, con todos los presentes,  en el Convento Nuestra Señora de la Asunción. 

Gozos y esperanzas 
Muy significativo ha sido el día del Señor. Grandes acontecimientos: II Domingo del Tiempo de Adviento, Primera Misa Presidida por el Neo-Sacerdote y además la Profesión temporal de nuestro hermano Fr. Pablo Carvajal. Quien ha emitido con libertad de espíritu y fe recta por espacio de tres años Obediencia, sin nada propio y castidad, signos del reino. Predicó la Eucaristía Fr. Fernando Quirós. Luego de la  Celebración hemos compartido unos ricos tamales (similar a las hallacas) con la comunidad que cada Domingo se reúne para celebrar Misa de ocho de la mañana con nosotros, a esto le sumamos la muy grata presencia de familiares y amigos de Fr. Pablo Carvajal.
Dios sea Bendito…. Por todos estos signos de vida

Con el mismo amor y afecto fraternal
Frailes en formación en  Costa Rica

jueves, 6 de diciembre de 2012

Ordenación presbiteral de fray Javier Mora (30-11-2012): palabras de acción de gracias


Alabado sea el nombre de Jesucristo, nuestro Dios y Señor. 
En este momento en mi espíritu cohabitan dos sentimientos contrastantes. Por una parte, un sentido de turbación humana por la responsabilidad del Ministerio que he abrazado. Por otra parte, siento en mí una gratitud profunda a Dios que, como hemos rezado en la liturgia, ha querido que el sacerdocio de su Hijo único se perpetuara en la Iglesia, eligiéndome de entre los hermanos, mediante la imposición de las manos, haciéndome partícipe de su ministerio de salvación (Cf. «Prefacio de Ordenaciones» I).
Quiero en este momento hacer mías las palabras del salmo 137, en las que el salmista expresa la alegría de un corazón gozoso que reconoce las obras del Señor:
Te doy gracias, Señor, de todo corazón, pues oíste las palabras de mi boca...
Doy gracias a tu nombre por tu amor y tu verdad, 
pues tu palabra ha superado tu renombre.
El día que clamé, me respondiste y aumentaste la fuerza de mi alma. 
Señor, tu amor perdura para siempre, no abandones la obra de tus manos.
¿Cómo expresar en este momento con palabras humanas, tan ambiguas e imperfectas, todo el gozo y regocijo del Espíritu, que experimenta mi alma en este momento? ¿Cómo pagaré al Señor, todo el bien que me ha hecho? (Cfr. Sal. 116). Verdaderamente, no es posible expresar fielmente el gozo que siento, y menos aun pagar al Señor por todo este mar inmensurable de su amor que ha querido derramar en este hijo suyo.
La Ordenación Presbiteral no es el fin de la carrera. No es la meta alcanzada. Es solo un pequeño tramo de la gran carrera de la vida, que viene a coronar luchas y esfuerzos de la respuesta y entrega generosa a la vocación que recibí, no se cuándo ni dónde, por parte de Dios. A Él le pareció bien llamarme; a mi me pareció bien decirle sí. 
Esta no es la meta, es solo un tramo. La meta es la Patria eterna, la vida junto a Dios para siempre. Y hacia allá quiero continuar esta carrera. Ahora con un carácter distinto: sacerdos in aeternum. Sacerdote para siempre. 
El camino continúa. El camino es la vida. La vida que se entreteje entre ideales y realidad, entre luces y sombras, entre gracia y pecado, entre fantasía y realidad. Ahora es cuando necesito aun más de la ayuda del cielo y de las oraciones de tantas almas que me han acompañado y me acompañaran con su afecto y sacrificios, para avanzar con paso firme en la vida, en el digno ejercicio del Ministerio Sacerdotal, sin perder mínimamente la esencia y fundamento de mi vocación de ser en medio del mundo, un fraile menor conventual.

Quisiera en este momento agradecer a tantas personas…
Primeramente a mi familia, fundamentos de mi vida: A mi Papá y mi abuela Sara, que desde el cielo, en la liturgia celestial, comparten con nosotros esta alegría. Y a tantos de ellos que ya no están físicamente entre nosotros, y duermen ya el sueño de la paz. 
A mi Madre, primer seminario de vida cristiana para mi. Gracias Madre por tus sacrificios. Gracias Madre por tus oraciones constantes. Gracias Mamá, por ser quien eres. 
A mi alma gemela: mi Hermana Sorley. Uno de los amores más grandes en mi vida y a quien le debo tanto. A su esposo, mi cuñado Abraham; gracias por asumir un lugar como de padre. A mis tres sobrinos, tesoros del amor de Dios en mi hogar. 
A toda mi demás familia, tanto paterna como materna. A mi abuela Aidé. No los nombro a todos en este momento pero los tengo presente en mi corazón. Gracias por permitirme descubrir en ustedes que Dios es Familia, que Dios es unidad. Gracias por estar siempre presentes en las buenas y en las malas. 
A mi familia religiosa. A todos mis frailes, presentes y ausentes. Gracias por recibirme en medio de ustedes hace 12 años, desde que los conocí. Todos han sido para mí, como reconoce nuestro Padre San Francisco de Asís, en su vida: Un Don de Dios. En medio de ustedes, el Señor quiso conducir mi vida para desarrollar su proyecto conmigo, en la diversidad y unidad de una sola familia religiosa. 
A nuestro querido Padre y Pastor Diocesano, Mons. Mario. Su entrega, su empeño y amor a la Iglesia, son para mí, un ejemplo palpable a seguir. 
A través del tiempo, el Señor me ha dado personas que han pasado a ser parte de mi historia, parte de mi vida. A todos mis amigos, los aquí presentes y a los que por causas ajenas a su voluntad no pudieron venir; de los que me siento afortunado de tener, aunque a veces la distancia ande de por medio, a todos ustedes gracias. 
Finalmente, gracias a dos parroquias distantes entre sí, que comparten un mismo nombre y que se han dado cita en una misma celebración. A esta, mi parroquia de Cordero y a mi parroquia de Barinas. Ambas dedicadas a nuestra Madre del cielo, María auxiliadora. Gracias a todos los fieles, a los grupos y movimientos de apostolados con los que me siento muy cercano. A todos y cada uno de los que han contribuido para que esta celebración se llevara a cabo de la mejor manera. A las Hermanas Franciscanas. A todos los que han viajado desde lejos. A los que me han estado animando con sus oraciones. A todos los sacerdotes que me acompañan del clero diocesano y hermanos sacerdotes de comunidades religiosas. A la Coral del Táchira por su presencia tan significativa. 
Concluyo con las palabras o lema que quise elegir para esta ocasión: Loado seas mi Señor, porque me llamaste no por mis méritos sino por tu propia determinación y tu gracia.
A todos ustedes un Dios les pague. Muchísimas gracias! Paz y Bien.

+ Fray Javier de Cristo, OFM.Conv
MONASTERIO TRAPENSES
Humucaro Alto, Edo. Lara
 9 de Noviembre de 2012

Ordenación presbiteral de fray Javier Mora: homilía del Obispo



Hace algún tiempo, en una aldea de nuestra Diócesis, una sabia mujer, no por estudios sino por su fe y vida cristiana, me hizo saber algo muy hermoso y comprometedor: Me decía ella que un buen sacerdote era aquel que estaba tan unido a Jesús, que formaba parte de Él, sintonizaba con Él y Él, el Señor estaba dentro del sacerdote. Así, me decía, el sacerdote podía hablar del Señor porque era su íntimo amigo, y le podía hablar a Él de los suyos. Todo esto está lleno de una gran sabiduría y, a la vez, de un profundo reconocimiento de lo que significa ser sacerdote: un cristiano configurado a Cristo Sacerdote, movido por la caridad del Buen Pastor y capaz de actuar en nombre de Él.
Esta nota personal a la que hago referencia, me permite presentarles a todos una breve meditación en el marco de la ordenación presbiteral de Fray Pedro Javier. Dentro de unos instantes, por la imposición de las manos y la oración consagratoria, va a quedar configurado a Cristo Sacerdote para actuar en su nombre. Lo hará para así ayudar a los suyos a alcanzar el encuentro vivo con Jesús y caminar poco a poco a la plenitud definitiva. Entonces, aquella descripción de esa mujer sabia nos viene al encuentro para recordar lo que debe distinguir la vida de un sacerdote.
Por el bautismo está identificado con Jesús y se ha convertido en discípulo suyo. Ahora por la ordenación presbiteral, no sólo se configurará, sino que actuará en su nombre teniendo sus mismos sentimientos. Para ello, debe darse un mutuo relacionamiento entre el presbítero y el Sumo y Eterno sacerdote. Es decir, el sacerdote debe ser capaz –pues capacitado será- de entrar en el corazón de Cristo para intimar con Él, con la oración enriquecida por a Palabra y los sacramentos. Pero, a la vez, debe dejar que el mismo Jesús penetre en su corazón y allí se realice también el coloquio con el cual inspirará su ministerio a favor de todo el pueblo de Dios al estilo del Pastor Bueno. Se trata de un movimiento doble, pero que se realiza en la unidad de intención, de quien consagra y del que es consagrado.
En ese coloquio íntimo, el sacerdote aprende lo que tiene que transmitirle al pueblo de Dios: así se convertirá en servidor de la Palabra y testigo del amor de Dios para la gente. Como se trata de un coloquio íntimo que se da  además en el corazón sacerdotal, el ministro se llena de la gracia y podrá darle a la gente no una enseñanza teórica aprendida en libros, sino meditada, compartida y  asumida como testimonio; por eso, es ministro de la Palabra. Más aún, está configurado a esa Palabra hecha carne, por lo que podemos decir que, guardando las debidas distancias, el sacerdote llega a ser “Palabra viviente de Cristo” para su pueblo.
Ya esta realidad marca al sacerdote. Ese coloquio se alimenta con los sacramentos y, particularmente con la eucaristía. De hecho, el sacerdote, como hemos indicado actúa en el nombre de Cristo, como si fuera Él mismo quien lo está haciendo. En la intimidad de la eucaristía que celebra para el pueblo, el sacerdote toma conciencia de que el cuerpo entregado y la sangre derramada son de Cristo; pero que ahora, él le ha prestado su cuerpo y su sangre para que siga realizándose en el tiempo la salvación, fruto de la entrega pascual de Cristo.
Ese coloquio íntimo es de amigos. En la última cena, Jesús llamó a sus discípulos amigos. Hoy a Fray Pedro Javier, el mismo Sumo y Eterno Sacerdote le dice “no te llamo siervo sino amigo”. Lo convierte en su amigo, para que sea amigo de los demás… y asuma, entonces aquello de que “no hay mayor amor que dar la vida por los amigos”.
Por otra parte, como sacerdote está llamado a ser pregonero de la fe, para motivar a todos al seguimiento de Jesús y lograr el encuentro vivo con Él. Cual testigo del Señor resucitado, podrá presentarse como modelo de ese encuentro, ya que se supone que lo ha vivido y lo vive siempre a través del coloquio íntimo y permanente del que hemos hecho mención. Por ser capaz de vivir el encuentro vivo con Jesús, es capaz de enseñarlo, promoverlo y ayudar a que se realice entre los suyos; más aún, no dudará en acompañar a quienes opten por ese camino.
Dentro de algunos momentos, por la imposición de las manos se realizará un gran prodigio entre nosotros. Este joven será consagrado como sacerdote configurado a Cristo Pastor Bueno. Limitado y débil, como ser humano, pero fortalecido por la acción del Espíritu hará que en su rostro brille el esplendor de Aquel a quien se configura para que todos quienes le vean se animen a seguir a Jesús. Nos toca a nosotros acompañarlo con nuestra amistad y oración.

Querido hijo:
Al agradecerte la gentil invitación que me has hecho a presidir esta ceremonia y conferirte el orden del presbiterado, quiero animarte, como lo dice el ritual de ordenación a que consideres seriamente lo que está pasando en ti. No te estás graduando, al estilo de actos académicos. Es algo mucho más profundo: te estás configurando a Cristo, para ser uno con Él y hacer  sus veces en los sitios y comunidades donde te toque trabajar. Te toca entrar en su corazón y permitir que entre en el tuyo para así poder vivir en la fe y en el amor el encuentro personal y vivo con Él, desde el cual vas a ser ministro suyo para la salvación de los tuyos. No dejes nunca de ser un hombre de fe, pues sólo así podrás mantenerte fiel y firme en ese encuentro. Y sé testigo decidido y valeroso de este encuentro, para que la gente al verte te reconozca no como un profesional de lo religioso, sino como un servidor y testigo, por el cual pueden alcanzar ese encuentro con Cristo.
Que el espíritu de sencillez y sabiduría que distinguió a San Francisco lo tengas siempre para que así puedas ser fiel a la nueva tarea que recibes de Dios y de la Iglesia. Distínguete por tu amor pastoral, enriquecido en el coloquio íntimo de tu encuentro de fe con Cristo Sacerdote. María Auxiliadora te acompañe con su maternal protección, para que tu ministerio sea de verdad fecundo en obras del Espíritu Santo. Amén.

+Mario Moronta R., Obispo de San Cristóbal.

Ordenación presbiteral fray Javier Mora: presentación del Custodio



Fray Pedro Javier Mora Alviarez (fray Javier de Cristo), segundo de dos hijos, nace en la ciudad de Acarigua, Edo. Portuguesa, el 11 de enero de 1983. Hijo de padres tachirenses: Pedro Mora Contreras, nativo de Táriba  (+ 03/Agosto/1999), y Ana Teresa Alviarez de Mora, oriunda de Cordero. Su hermana Sorley está casada con Angel Abraham Acevedo Fajardo, cuyos hijos son  Angel Abraham, Mariangel Alejandra y Ángel David.
Monaguillo desde los 5 hasta los 13 Años en la parroquia “Sagrada Familia” de Acarigua. Miembro da la Infancia Misionera y posteriormente del Grupo Juvenil Misionero ESAFA en dicha parroquia. Cursó sus estudios básicos en la Escuela “Ramón Colmenares” y la secundaria en el Liceo “Creación Durigua” el primer año y de segundo a cuarto año en el Colegio “Los Próceres” de su ciudad natal, terminando su quinto año de bachillerato en el Liceo “Idelfonso Vásquez Bravo” de Cordero, Edo. Táchira, donde obtuvo el título de Bachiller en Ciencias en el año 1999.
El 15 de Diciembre de 1999 ingresa a la Juventud Franciscana de esta parroquia de Cordero. El 10 de Septiembre del año 2001, ingresa al Seminario Misionero Franciscano “San José de Cupertino” de Palmira, junto a fray Wilmer, fray Ramón y fray José Alberto. En el 2004 es enviado al Convento “Santísima Trinidad” de Pueblo Llano, Edo. Mérida, para el año de noviciado, que inicia  con la toma de hábito el 14 de Agosto y finaliza con la Profesión simple el 7 de Agosto de 2005. Hasta julio del 2009 cursa los estudios académicos en Teología en el “Instituto Universitario Eclesial Santo Tomás de Aquino” (IUESTA), en Palmira, Edo, Táchira, obteniendo el título de Licenciado en Sagrada Teología.


El 10 de septiembre de 2009, recibe su primera obediencia para el Convento-Parroquia “María Auxiliadora”, en la ciudad de Barinas. Aquí se desenvuelve en varios trabajos pastorales: Asesor del Ministerio de Música parroquial; Responsable parroquial de catequesis; Responsable de la escuela de formación parroquial de catequistas; Asesor de Pastoral Juvenil Parroquial; Animador de los EHH; Asesor espiritual de la coordinación nacional de los Encuentro Familiares de Venezuela con sede en la parroquia de Barinas; Colaborador en las diferentes capillas y sectores de la comunidad de Barinas… Emite su Profesión Solemne el 11 de Agosto de 2011, y recibe el Diaconado el 26 de Mayo del 2012, en la Iglesia de “San Pedro” (Capacho Independencia) por manos de Mons. Mario del Valle Moronta, obispo de esta diócesis de San Cristóbal.
Como se puede deducir de sus noticias biográficas, fray Pedro Javier empezó muy pronto a vivir sus compromisos cristianos, desempeñándose sobre todo en el servicio al altar como monaguillo, y en el servicio misionero. Los primeros rudimentos sobre San Francisco de Asís los aprendió de su mamá, quien había estudiado en el colegio de las Hermanas Franciscanas del Sagrado Corazón de Jesús, en Cordero. Siguieron los años de formación en la Juventud Franciscana (Jufra) de Cordero, que le permitieron acercarse aún más a este gran Santo y enamorarse de su propuesta de vida evangélica. Entre tanto, cobraba espacio, en su reflexión, la posibilidad de consagrarse a Dios en la vida religiosa franciscana. Finalmente eligió ingresar en el Seminario de Palmira, con la familia de los Frailes Menores Conventuales, para empezar un camino de discernimiento, que lo ha llevado a responder al llamado de Dios, hasta la actual ordenación sacerdotal.
El camino formativo de fray Javier y su servicio pastoral creo se ha caracterizado por dos atenciones particulares: los jóvenes y el anuncio misionero. Su ministerio sacerdotal le regala ahora más posibilidades, unidas a otros tantos desafíos, para favorecer el encuentro de la juventud con Cristo el Salvador, y formar discípulos alegres y comprometidos con el evangelio, anunciado con el testimonio de la palabra y la vida. En esto, el ejemplo de Francisco de Asís puede ser una estímulo para la predicación del amor y belleza de Dios, que impulsan a la conversión y servicio.
Hay que reconocer que fray Javier no escatima energías a la hora de comprometerse en un servicio pastoral, sobre todo cuando es algo en que cree firmemente o responde a sus inclinaciones personales. A la escuela de su Santo Fundador, tendrá que aprender siempre más a medir el esfuerzo sobre sus fuerzas, para gastarse sin desgastarse en los servicios que la pastoral le exigiera. Aprender un equilibrio armónico entre trabajo pastoral, descanso y tiempo vivido con Dios y a su presencia, en la oración y contemplación.
Seguros que Dios ha dotado a fray Javier de muchos talentos, somos felices por haberlo donado a nosotros como hermano dentro de nuestra Orden. Hoy lo presentamos para que sea consagrado presbítero, sabiendo que puede ser un verdadero don de Dios a toda su Iglesia, si seguirá fortaleciendo los talentos recibidos de Dios, poniéndolos a servicio de Dios y de los fieles que se les confiará. Todo con la sabiduría de los sencillos y el poder de la humildad aprendidos del Santo de Asís, para volverse siempre más hermano entre hermanos, hacerse todo a todos, para ganar todos a Cristo.

fray Matteo Ornelli