miércoles, 27 de marzo de 2013

Carta de Pascua del 2013

Barinas, 23 de marzo 2013


Hermanos muy amados, ¡el Señor les dé la paz!

En vísperas del comienzo de la Semana Santa, deseo alcanzar, con la presente carta, a todos y cada uno de ustedes, para desearles que vivan una experiencia plena del amor de Dios, manifestado en Jesús, que entrega su vida en la cruz, y nos abre, con su resurrección, horizontes de esperanza cierta y siempre nueva. En efecto, en este año de la fe, el Papa emérito Benedicto XVI, en su mensaje cuaresmal, nos invitaba a hacer experiencia viva y actual de este amor, para poder creer, para que la fe en Dios sea posible y creíble: «Hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él» (1 Jn 4, 16). Sin el encuentro con Dios Amor, nuestras liturgias pascuales corren el riesgo de volverse puro espectáculo, del cual somos actores, a lo mejor buenos profesionales, pero no protagonistas. Es verdad – lo sé por vivirlo cada año en carne viva junto a ustedes, hermanos míos empeñados en la pastoral de Semana Santa – que los compromisos son numerosos y urgentes, a menudo agotadores. Sin embargo, pidamos a Dios que nos permita vivir y saborear las liturgias que nos preparamos a celebrar, para que hablen también a nuestros corazones, además que a nuestras feligresías. Que logremos conmovernos y enriquecernos con la contemplación de los misterios de la Semana Mayor, para ser eficaces en las actividades pastorales a favor de nuestras comunidades. Evangelizar es la obra de caridad más grande que estamos llamados a llevar para adelante, al fin de que nuestra fe no se quede en palabras y ritos. Citando a Benedicto XVI en su mensaje cuaresmal: “La relación entre estas dos virtudes es análoga a la que existe entre dos sacramentos fundamentales de la Iglesia: el bautismo y la Eucaristía. El bautismo (sacramentum fidei) precede a la Eucaristía (sacramentum caritatis), pero está orientado a ella, que constituye la plenitud del camino cristiano.
Análogamente, la fe precede a la caridad, pero se revela y germina sólo si culmina en ella. Todo parte de la humilde aceptación de la fe («saber que Dios nos ama»), pero debe llegar a la verdad de la caridad («saber amar a Dios y al prójimo»), que permanece para siempre, como cumplimiento de todas las virtudes (cf. 1 Co 13,13)”.

Llegamos a esta Pascua después de haber vivido unos importantes acontecimientos a nivel de Orden e Iglesia: el Capítulo general y la elección de un nuevo Papa, Francisco. Ambos han marcado y caracterizado el tiempo de Cuaresma.
La moción programática del Capítulo general, sobre nuestra identidad carismática, suena así: “Para ‘vivir el evangelio’ hoy, como la Regla nos pide, el capítulo general decide que el compromiso formativo de la Orden sea el crecimiento en nuestra identidad carismática como hermanos menores conventuales, y así contribuir a la nueva evangelización. Los instrumentos privilegiados a tal fin son: La revisión de las Constituciones y la valoración efectiva del ‘Discípulo Franciscano’. Impulso a crecer diariamente en nuestra identidad; a afirmar que la alegría verdadera, para nosotros y todo cristiano, reside en vivir el evangelio; al fin de contribuir eficazmente a la nueva evangelización, expresión más alta de nuestro amor hacia los hombres, porque es permitir el encuentro transformador y dignificante con el Dios amoroso de Jesucristo, celebrado particularmente en Semana Santa.
La elección del nuevo Papa nos ha llenado de una alegría, que se ha vuelto alborozo al percatarse del nombre por él elegido: ¡Francisco! Desde luego, es motivo de orgullo y emoción para los franciscanos, que por primera vez en la historia de la Iglesia el Sumo Pontífice se llame así. Sin embargo, representa, al mismo tiempo, un desafío grande para nuestro testimonio de fe. Estamos comprometidos, en primera persona, por el mismo carisma franciscano, a ser imágenes vivas y actuales de “Cristo pobre y crucificado”. Papa Francisco, con su manera de actuar y sus palabras, nos está dando un ejemplo a seguir. Esforcémonos de caminar los caminos de Jesús, compartiendo con los pobres; de edificar una Iglesia capaz de rehuir de los signos del poder, para realizar el poder de los signos; de confesar la fe con palabras y obras de amor, enseñando a un Dios misericordioso y tierno, que nos inspire confianza y nos quite el miedo. 

El año pasado escribía sobre el compromiso cristiano por la paz, querido por los obispos de Venezuela, sobre todo con vista a las elecciones presidenciales, y que caracteriza la vivencia pospascual, inaugurada con el saludo del Resucitado a sus discípulos “Paz a ustedes”. Palabras que siguen actuales en el contexto político preelectoral que está marcando también estos días, y por eso las reitero. “El clima de desencuentro verbal y casi físico; la calificación del adversario como enemigo, con todo el vocabulario violento que pueda conllevar, son inadmisibles para los cristianos, y van combatidos rotundamente. Hay que favorecer y fomentar el sueño evangélico de una comunidad de hermanos, donde diferencia no es sinónimo de conflictividad, sino más bien de reto a la integración y al intercambio de riquezas. ¡Bienaventurados los constructores de paz! Es superfluo subrayar el aporte que nosotros franciscanos podemos y debemos dar a este anhelo. De lo contrario, el saludo pascual, que nos caracteriza frente a la humanidad, podría sonar falso y hueco”.

La Virgen de Coromoto y nuestro padre S. Francisco nos acompañen en esta Semana Mayor, cuya celebración vamos a iniciar. Constituya para nosotros una importante etapa hacia la santidad. Un abrazo fraterno para todos y cada uno. ¡Dios los bendiga y cuide!
Fray Matteo Ornelli
Custodio provincial

miércoles, 20 de marzo de 2013

Ordenación fray Ramón (09.03.2013) - Homilía


Una de las figuras por la que se distingue el ministerio de todo sacerdote es la mediación. Desde tiempos antiquísimos, el sacerdote está llamado a ser mediador entre la divinidad y los seres humanos. Para ello, sobre todo en lo referente al culto divino ofrece los sacrificios que permiten dar un sentido de unidad al oferente con Dios. Para expresar mejor esta cualidad del ministerio sacerdotal, también se suele hablar del sacerdocio como un puente tendido entre Dios y la humanidad.
La reflexión bíblica y cristiana, en esta misma línea, suele identificar al Sacerdote como Pontífice. Así, Jesús es el Sumo Pontífice. ¿Qué significa esto? En la antigüedad, los puentes más importantes y que revestían un carácter estratégico solían tener un responsable que los cuidaba, los mantenía y, también los hacía. Esa era la función del que era llamado pontífice. Los autores sagrados y, posteriormente, los Padres de la Iglesia le fueron dando a Jesucristo, el Sumo Sacerdote de la nueva alianza, la identificación de Pontífice. Quizás, por muchos y variados motivos, esta nomenclatura sacerdotal fue quedándose sólo para los Obispos y, de manera especial para el santo Padre, a quien también se le conoce como Sumo Pontífice.
Pero, todo sacerdote que recibe la ordenación y es configurado a Cristo Sacerdote, se convierte en un pontífice. No con el sentido que se le ha dado posteriormente en el tiempo, sino con el que le da la intencionalidad bíblica y de los primeros pensadores del cristianismo. Es lógico, porque se está también configurando a Cristo Pontífice de nuestras vidas.
Como Pontífice, Jesús es un constructor del puente que une al Padre Dios con la humanidad. Además custodia que las dos orillas, la del Padre y la de la humanidad, no sólo estén bien fuertes, sino que puedan sostener el pavimento que las une. Para ello, no sólo es constructor, sino quien se ocupa del mantenimiento y de la protección de ese puente. Pero, a la vez, hay otra característica que tiene ese puente, que involucra también la existencia del sacerdote: se convierte en el pavimento por el cual transitan los hombres que van hacia el encuentro con Dios. No en vano Jesús se presenta como Camino. Camino con un pavimento que permite el buen y seguro  caminar hacia la meta. Pavimento que debe soportar las duras pisadas de quienes por él transitan.
Así, entonces, se cumple la función mediadora del sacerdocio de Jesús. Une las dos orillas, permite el paso desde la humanidad hasta Dios, aligera el paso, es inconmovible, porque su fuerza soporta todo tipo de pIsada. Así, el Sumo Pontífice logra el objetivo de su misión: que la humanidad alcance la salvación, prometida por Dios Padre.

Por la imposición de las manos y la oración de consagración, todo presbítero se convierte en un pontífice. Es decir, se convierte en el hacedor de puentes, para unir a los seres humanos con el Dios de la vida; más aún, no sólo es hacedor de dicho puente, sino que también recibe la función de cuidarlo, mantenerlo y hacer posible que la gente transite por él. Pero, no se queda sólo en ello: al igual que Cristo, el sacerdote se convierte en un puente por el cual deberán transitar muchas personas en su peregrinaje hacia el encuentro definitivo con Dios. Es puente que une, es puente cuyo pavimento es la propia existencia e identidad del sacerdote. Es puente con todas las consecuencias que ello conlleva.
En el ejercicio de su ministerio, el sacerdote debe ser consciente de que es un puente. Esto requiere, entre otras, tres actitudes irrenunciables: la humildad, para saberse menos que los demás para ser los primeros en servir; es decir para permitir que por ser puente, la gente llegue hasta la meta. Un sacerdote que no sea humilde podrá brillar en muchas cosas, pero le faltará el coraje para unir a Dios con la humanidad. En segundo lugar, la disponibilidad, que siempre va acompañada con la generosidad: con esta actitud el sacerdote permite que todos sean capaces de pasar por el puente de su ministerio de mediación. No discriminará a nadie y hará fácil el peregrinaje de todos. Y una tercera actitud es la de la comunión con Cristo, en cuyo nombre debe ejercer su ministerio. Comunión que encierra la unidad con toda la Iglesia, su Obispo y el presbiterio. Si no hay esa conciencia de comunión con Cristo, el sacerdote corre el riesgo de terminar siendo un buen profesional, pero nunca un puente o un mediador entre Dios y la humanidad. Todas estas tres actitudes se podrá  vivir si hay la caridad o el amor del buen Pastor, a quien se configura y en cuyo nombre debe servir a los demás.
En minutos, estaremos presenciando la obra maravillosa de Dios que cambia la vida de este joven diácono. Lo va a convertir en puente para que la gente pueda llegar hasta Dios; lo hará pontífice para cuidar las orillas, el pavimento y la seguridad de ese puente. Nos corresponde a nosotros orar por él: para ello pidámosle a Dios que lo haga fiel ministro y no se deje seducir por los criterios del mundo; antes bien sea capaz de transparentar por el testimonio de su vida y ministerio sacerdotal el rostro de Cristo, Sumo Pontífice de nuestras vidas.

Querido Hijo:
Estás llamado a desgastar tu vida por los demás. Has recibido la vocación de ser puente, así como la de ser pontífice. Ambas realidades se encuentran dentro del sacramento que estás recibiendo. Sólo con sencillez, humildad y decisión podrás ejercer este trabajo que Dios te pide. No te estás convirtiendo en un funcionario, como tampoco estás recibiendo un encargo para estar por encima de los demás. Estás consagrándote para ser servidor: como tal debes cuidar de los tuyos, de la salvación de los demás…. Sin sacar provecho, pero haciendo que ellos alcancen sí provecho de tu ministerio, el beneficio de la salvación.
No sientas miedo ni vergüenza de ser puente. Ni creas que por ser pontífice, cuidador y hacedor de puentes, eres importante o estás en posiciones superiores. No. Estás llamado a cuidar del puente que une a Dios con la humanidad. Estás llamado a ser el pavimento por donde caminen muchos, aún con cargas pesadas. Ese pavimento debe tener la fuerza de tu amor pastoral, vivida en la pobreza evangélica, en el celibato y en la obediencia, con toda humildad y sencillez.
Para ello, se te da la gracia del sacramento. María, Madre del Sumo Sacerdote, te acompañe con su maternal protección, y puedas así ser ejemplo de servicio, fe y amor para todos, Amén.

 +Mario Moronta R., Obispo de San Cristóbal.

Ordenación fray Ramón (09.03.2013) - Presentación




Fray Ramón Elvidio Ramírez García, tercero de cinco hijos, nace en el pueblo de Pregonero, Edo. Táchira, el 09 de agosto de 1984. Hijo de Elvidio Ramírez Pérez y Emperatriz García. Los hermanos son: Nelly del Carmen, José Domingo, Yohana Vanesa, Kleyber Leonel.
Recibió su formación cristiana en la parroquia “Nuestra Señora del Carmen” en Pregonero. Estudió para su bachillerato en el Liceo “Francisco de Borja y Mora” de Pregonero, donde obtuvo el título de Bachiller en Ciencias en el año 2001.
El 10 de Septiembre del año 2001, ingresa al Seminario Misionero Franciscano “San José de Cupertino” de Palmira, junto a fray Wilmer, fray Javier y fray José Alberto. En el 2004 es enviado al Convento “Santísima Trinidad” de Pueblo Llano, Edo. Mérida, para el año de noviciado, que inicia  con la toma de hábito el 14 de Agosto y finaliza con la Profesión simple el 7 de Agosto de 2005. Hasta julio del 2009 cursa los estudios académicos en Teología en el “Instituto Universitario Eclesial Santo Tomás de Aquino” (IUESTA), en Palmira, Edo, Táchira, obteniendo el título de Licenciado en Sagrada Teología.
El 10 de septiembre del 2009, recibe su primera obediencia para el Convento-Parroquia “SS.ma Trinidad”, en Pueblo Llano (Edo. Mérida) donde ayuda en distintos trabajos pastorales y en los oficios de la comunidad. Emite su Profesión Solemne el 11 de Agosto de 2011 y recibe su obediencia para la comunidad de Guanare (Edo Portuguesa), el 1 de septiembre del mismo año. En parroquia colabora con la pastoral juvenil y la celebración de las exequias; en convento ayuda sobre todo en la parte de la economía. Es ordenado Diácono el 26 de Mayo del 2012, en la Iglesia de “San Pedro” (Capacho Independencia) por manos de Mons. Mario del Valle Moronta, obispo de esta diócesis de San Cristóbal.

Como ya escribía sobre fray Javier, también los intereses en el camino formativo de fray Ramón se han caracterizado por dos atenciones particulares: los jóvenes y el anuncio misionero. Después del seminario, él pudo dedicarse más a la pastoral juvenil que a la animación y experiencias misioneras. Indudablemente fray Ramón posee cualidades de liderazgo, sobre todo en el campo de la pastoral juvenil. Su ministerio sacerdotal le regala ahora más posibilidades, unidas a otros tantos desafíos, para favorecer el encuentro de la juventud con Cristo el Salvador, y formar discípulos alegres y comprometidos con el evangelio, anunciado con el testimonio de la palabra y la vida. En esto, el ejemplo de Francisco de Asís, líder humilde y desapegado de todo poder, puede ser un estímulo para la predicación del amor y belleza de Dios, que impulsan a la conversión y al servicio.
Además, fray Ramón posee una excelente capacidad para organizar y orientar energías y sucesos hacia una finalidad. El deseo es que sea siempre más capaz de hacer discernimiento, para buscar la voluntad de Dios, y hacia ella dirigir a sí mismo y a los demás, con toda su mente, voluntad, corazón y fuerzas. Toda su labor pastoral, como presbítero franciscano, en perenne comunión fraterna con sus hermanos, tenga como objetivo la felicidad suya y ajena, que reside en el camino de la santidad, en pos de Jesucristo, así como nos enseñó Francisco de Asís, con la palabra y el ejemplo.

Ordenación diaconal
fray Pedro Briceño
Barinas, Parroquia Maria Auxiliadora
14.03.2013 

martes, 12 de marzo de 2013

En la alegría de profundizar y compartir la fe


Guatemala, 09 de marzo de 2013

Queridos hermanos Frailes trazamos estas líneas desde la Misión y la formación, en las bellas tierras guatemaltecas. Hemos de confesar, que el camino recorrido desde las puertas del convento de Alajuela ha sido de mucho provecho, encontramos muchas personas y con ellas grandes experiencias de fe que no podrán pasar desapercibidas.

Es muy bello saberse en camino, es un dejarse llevar por el dulce abrazo de Jesús que llama a seguirle. Honduras fue tierra de encuentro con Dios, una experiencia que nos retó a ver la vida humana y divina de una forma diferente;  muchas necesidades materiales pero mucha fe… un lugar donde los retos pastorales dan paso abierto a la gracia divina, porque de entrada se nos hace ver que la fuerza humana es insignificante para lo que se demanda. Abrir fronteras mentales y físicas nos hace sentir más menores, como aquel que no confía en sus fuerzas y horizontes sino en la llamada de su Redentor.

Este ambiente de misión nos ayudó a ambientarnos en la idea de síntesis de nuestra forma de vida, y sin duda alguna la acogida y acompañamiento de los hermanos de la fraternidad de la Guatemala hicieron una muy buena combinación. Su fraternal compañía y la integración algunas actividades pastorales, encuentros formativos en el convento y en la conferencia de Religiosos nos introdujeron en una experiencia muy provechosa de síntesis y reflexión. Estar aquí nos ha permitido confrontarnos con una espiritualidad propuesta desde otro panorama, pero que en el fondo quiere dirigirse hacia Dios. Aunque la atención pastoral es eminentemente sacramental y de procesiones, los  frailes están cada día sembrando las semillas del Verbo para ampliar dicho panorama. Por lo que nosotros estamos dando una mano a dicho proyecto, así como el de dar a conocer el carisma y hacer presencia, como lo quería Francisco de Asís: con el testimonio.

Con respecto a lo que hemos hecho y vamos hacer resumimos:

·         Cada mes nos encontramos con Fr Marcio para dialogar, y sintetizar el mes vivido y organizar los espacios de formación del mes siguiente.

·         Hemos iniciado una experiencia nueva, para nosotros y para las personas que vienen a la rectoría; pues en las misas dominicales recibimos y despedimos a las personas que a nosotros vienen a rezar o a escuchar misa.

·         El lunes 11 de febrero, iniciamos unos encuentros llamados: “primer encuentro de análisis de coyuntura”. Análisis general de la realidad Nacional de Guatemala. Una iniciativa de la Comisión de Justicia, Paz, e Integridad con la Creación, de CONFREGUA. (Conferencia de Religiosos en Guatemala)

·         Con el inicio de la Cuaresma se abrió un nuevo espacio de oración y reflexión –la oración de laudes- de la cual participamos en activamente. La respuesta de los fieles ha sido muy positiva.

·         El sábado 16 la familia franciscana –que en estas tierras es bastante activa-, organizó  una la tradicional peregrinación penitencial hacia Antigua Guatemala. En esta ocasión ofreció por los 400 años de presencia de la OFS en Guatemala  y por la paz.  Particularmente hemos de agradecer, la posibilidad de participar y de experimentar  de ver a los hermanos(as) trabajar todos unidos.

·         El domingo 24 de febrero abrimos el programa de catequesis para la Primera Comunión, para los cual se tiene previsto reciban el sacramento de la Eucaristía el 4 de Octubre, en ocasión de la Solemnidad de Nuestro Padre y patrono de la Rectoría. Los padres de familia han estado muy atentos a ayudar en la formación de sus hijos; además, es significativo saber que serán los Primeros niños que harán su sacramento con la presencia de los Frailes nuestros allí.

·         Un servicio que si nos tomará bastante tiempo y del cual estamos rezando para hacerlo bien, es un inventario general del Convento y de la Iglesia. Por el hecho de que es un templo antiguo entonces cuenta con bastante historia, por lo que rescatarla con dicho inventario es un grande compromiso pero que la inexperiencia y el desconocimiento realmente se torna pesado, fatigoso y hasta aflictivo. Pero esperamos hacerlo lo mejor posible.

·         Con respecto a nuestra vida de oración, observamos una hora diaria de meditación, un libro base de lectura espiritual –escogido individualmente- y la participación de los retiros mensuales de la Fraternidad (un mes  individual y el otro comunitario). 

·         Como buenos extranjeros también hemos tenido nuestros espacios para ejercer como turistas, conocimos varios lugares –en Ciudad Guatemala y Antigua Guatemala- que nos devuelven a un pasado que parece muy cercano y en otras ocasiones nos lanzan a un futuro de avances tecnológicos y centros comerciales.


Agradecidos con Dios y la Orden, en la alegría ser y sentirnos hermanos un fraternal abrazo… gracias hermanos por estar con nosotros en este caminar… nuestras oraciones por  los proyectos de las Custodias y la Delegación.

Unidos en la Oración.
Sus hermanos fr Javier y fr Jorge

Capítulo general (Asís, 19 de enero - 18 de febrero del 2013)


Primera parte del Capítulo general
Asís (19-30 de enero)

Tengo ya más de 10 días en la ciudad de Francisco de Asís, celebrando el 200º Capítulo General de la Orden. Sábado 19, bajo una lluvia intensa, arrancamos -los frailes capitulares presentes en el colegio Seraficum- hacia Asís, para dar inicio al evento capitular. Es siempre una emoción llegar a este pueblo, patria de San Francisco. Encima, esta vez es ocasión de reencuentro con unos cuantos frailes de todo el mundo, entre los cuales hay varios amigos. Con algunos nos liga una vieja amistad, aunque tuvimos muy pocas ocasiones de vernos, tal vez años sin encontrarse. Es toda una alegría. Algo parecido a lo que probaban los primeros compañeros de Francisco al reunirse en sus Capítulos. Tenemos previstas jornadas de mucho trabajo en aula y en los grupos, junto a la hermandad que se vive en las oraciones, el comedor y los recesos.
Los primeros dos días han sido como una introducción espiritual, muy importante para marcar las pautas de un Capítulo, así como lo pensó Francisco: reunión de frailes para tratar de las cosas de Dios, qué hacer para vivir mejor el evangelio. En esto nos ayudaron el saludo inicial del Custodio de la Basílica fray Giuseppe Piemontese y del Ministro general fray Marco Tasca; la homilía dominical del obispo de Asís, mons. Domenico Sorrentino; y, sobre todo, la reflexión de Enzo Bianchi, prior de la fraternidad monástica de Bose. De veras, me parece gracia de Dios el estar aquí.
Martes 29 hubo la elección del nuevo Ministro general. Volvimos a elegir a fray Marco Tasca, por un segundo mandato. El 30 tuvimos la elección del Definitorio, es decir de sus consejeros para el próximo sexenio. Éstos los elegidos:
fray Jerzy Norel                   Vicario general
fray Vincenzo Marcoli          Secretario general
fray Jacek Ciupinski Asistente general CEO (área Europa oriental)
fray Jude Winkler                 Asistente general CFC (área Anglo Americana)
fray Tadeusz Swiatkowski   Asistente general AFCOF (área África)
fray Miljenko Hontic            Asistente general CEC (área Europa Central)
fray Jorge Fernandez           Asistente general FALC (área América Latina)
fray Benedetto Baek                        Asistente general FAMC (área Asia)
fray Joaquín Agesta             Asistente general CIMP (área Intermediterránea)
De hecho, se confirmaron los mismos componentes del Definitorio anterior, con la única excepción de fray Joaquín Agesta, Asistente de la Falc, al puesto de fray Valentín Redondo. Se puede afirmar que los Capítulos de los frailes se dividen en dos partes, aunque las sesiones son cinco. Una primera, en la que se hace una evaluación del sexenio pasado y la elección del nuevo gobierno de la Orden. Una segunda, que empieza mañana, en la que se va elaborando el Proyecto de la Orden en los próximos seis años. Pues, aunque la elección del nuevo Ministro General catalice la atención y las esperas, hay que pensar que los trabajos capitulares son más complejos y completos. A no ser así, el Capítulo podría durar no más de dos semanas…

Me gustaría compartir unas sensaciones sobre esta experiencia fraterna del Capítulo y el lugar en donde lo estamos viviendo.
Las sesiones capitulares ocupan casi todo el tiempo. Empezamos a las 8.00 am con el rezo de Oficio de Lecturas y Laudes. A las 9.00 inician las labores en el aula capitular o en diferentes grupos, hasta las 12.00, cuando tenemos misa. A la 1.00 pm almuerzo y a las 4.00 retomamos el ritmo. A las 7.15 pm vísperas y a las 8.00 cena. Puede que salga una sesión extra después de la cena. Los idiomas usados son los de la Orden: italiano, español, inglés y polaco. En las liturgias se alternan las lenguas (no me atrevo a imaginar qué palabrotas nos salen al intentar leer en polaco…); en el aula hay traductores e intérpretes. A pesar de las diversidades de proveniencia, cultura y convicciones, todo se desenvuelve en un clima de mucha, rica y linda fraternidad. A veces, el idioma es un impedimento, pero casi todos, por suerte mía, hablan o entienden el italiano.
Unos momentos litúrgicos son sugestivos, por ambientación y solemnidad. Por ejemplo, la misa al Espíritu Santo, antes de la elección del Ministro General, me ha dado escalofríos de emoción. Las homilías de fray Jude Winkler son esenciales, estimulantes y simpáticas, una manera de expresarse informal y familiar, novedosa –según mi parecer- en una asamblea capitular. Nos arranca a menudo una sonrisa, y marca a la vez una actitud evangélica frente a lo que se va a cumplir.
Cuando me dijeron que el Capítulo sería en invierno, me puse un poco bravo, pensando en el clima rígido italiano. Sin embargo, tal vez también porque el clima ha sido clemente, ahora aprecio la ocasión de disfrutar Asís, donde todo habla de Francisco, en el silencio del tiempo invernal, casi sin turistas. Me dedico a caminar un rato después del almuerzo. Y, cuando llueva, lo hago en el pórtico del Sacro Convento, admirando el espléndido paisaje del valle abajo. Encima, hay la posibilidad única e impagable de sentarnos, aunque fuera por breves momentos posmeridianos, frente a la tumba de San Francisco, en mudo diálogo entre su carisma, grabado en la sencilla piedra del sarcófago, y nuestras torpezas en el vivir el evangelio a la escuela de él. Bello e interesante ha sido el paseo a las ciudades de Spoleto y Foligno, por la hermosura de la una, y el encuentro con la Beata Ángela en la otra.
Desde mañana, 31 de enero, vamos a empezar la segunda parte del Capítulo, seguramente aún muy importante para marcar el camino del próximo sexenio. Dios siga iluminándonos, y San Francisco nos acompañe, para que todo se desarrolle en el espíritu de fraternidad y respeto hasta aquí experimentado.

Segunda parte del Capítulo general
Asís (01-17 de febrero)

Tumba de S. Francisco de Asís, mediodía del domingo 17: todos los frailes capitulares reunidos alrededor de su Padre y Fundador, para cerrar el 200º Capítulo general de la Orden. Quisiera empezar desde el final para hablar de los días que hemos transcurrido en los trabajos capitulares luego de la elección del Ministro general y su Definitorio. Porque estar allí, en aquel ambiente muy particular, todos los hermanos juntos, invocando al Espíritu Santo y confiando en la compañía espiritual de nuestro padre Francisco, confiere el sentido verdadero a lo que hemos vivido en todo el mes. Tal vez no se produjo lo que se esperaba de un punto de vista de análisis de la realidad de la Orden en el mundo actual y de proyección profética. Sin embargo, ha sido una experiencia de hermosa fraternidad, a veces no fácil por las diferencias de idiomas y culturas, ayudados e impulsados por el ejemplo de la primera fraternidad franciscana.
Conmovedor el encuentro con los restos mortales de 5 de los primeros compañeros de Francisco, exhumados unos días antes del Capítulo y repuestos en su lugar a la presencia de nosotros, hermanos suyos en la actualidad. Todos quisimos tocar las nuevas urnas en plexiglás, antes de colocarlas bajo la imagen de la Virgen con S. Francisco, fresco del Cimabue. No por costumbres necrófilas, ni para despedirlos en paz; sino para sentir cercanía con hermanos que nos han precedido en los albores del franciscanismo y han marcado pautas para sus seguidores, hasta hoy. Ha sido como querer que fluyera una energía saludar entre ellos y nosotros, para que nos transmitieran algo de los entusiasmos y radicalidad de los comienzos; y para agradecerles por su arriesgarse en pos de Cristo a la escuela de Francisco de Asís, vocación que compartimos con ellos y que sigue emocionándonos.
Pero volvamos a la tumba de Francisco, hacia la cual se han tendido nuestras manos y pensamientos durante todo el Capítulo. Como decía arriba, el último acto, la “Celebración del Mandato”, ha sido muy conmovedor. Varios fatigamos mucho para detener las lágrimas. Sentíamos lo que experimentaban los compañeros de Francisco cuando tenían que despedirse de su “padre y fundador”, al finalizar un capítulo general. El pesar y la nostalgia de los “adiós”, al padre y a muchos hermanos, cada cual para regresar a sus propios lugares, llevando el testimonio de fe con el ejemplo de una vida verdaderamente fraterna, predicando la paz y alegría frutos de conversión evangélica, gastándose para difundir y afianzar la utopía del reino de Dios.
Significativas las palabras que nos han acompañado en la celebración. Cada Presidente de Conferencia encendió una lámpara y, al lado del altar con la urna de S. Francisco, leyó una invocación al Espíritu Santo sobre nuestras vidas y obras. No creo que fue casual lo que le tocó leer a cada uno. Tal vez, se podría entender como el motivo inspirativo que Dios quiso donarnos. A Carlos Trovarelli, por la Falc, le tocó la siguiente oración: “Ven, oh Espíritu Santo, y convierte nuestras Comunidades en lugares de auténtica fraternidad, donde reine el diálogo, el respeto profundo y sincero a la diversidad, donde el amor y la misericordia superan cualquier división. Haznos Fraternidades ‘contagiosas’, que difundan en su entorno el perfume de la Caridad”. Siguieron dos oraciones más, que vale la pena traducir y rezar de vez en cuando. Una a María y la otra a San Francisco. La primera, de mons. Tonino Bello: “Santa Maria, mujer creyente, ayúdanos a tener el valor de partir para volver al centro de nuestra vida. Tú, que no tuviste miedo de entregarte de pleno a la Palabra que pedía hacerse carne en ti por nuestra salud, enséñanos a dar el sobresalto de fe con la fuerza de un ‘sí’ que venza a todos los ‘si’ y ‘pero’. Llévanos a tu Hijo, la verdadera perla preciosa, y ayúdanos a entender el valor auténtico de las cosas que no tienen precio. Amén”. La segunda se puede leer en las Fuentes Franciscanas, al n. 224: “Acuérdate, o padre nuestro Francisco, de todos nosotros hijos tuyos. Tú, o santísimo, sabes perfectamente cómo, angustiados por graves peligros, sólo de lejos seguimos tus huellas. Danos fuerza para resistir, purifícanos para resplandecer, haznos fecundos para dar fruto. Haz que se derrame sobre nosotros el espíritu de gracia y oración, para que logremos la verdadera humildad que tú tuviste, guardemos la pobreza que tú viviste, merezcamos aquella caridad con que tú siempre amaste a Cristo crucificado”.

Los días anteriores se han caracterizado por un intenso trabajo capitular, en asamblea y grupos, y por un lindo compartir fraterno. La rutina ha sido rota por unos momentos e iniciativas particulares. Tres conciertos nocturnos, que disfruté mucho, organizados de manera excelente por fray Giuseppe Magrino en el escenario magnífico de la Basílica inferior. La visita de los Ministros franciscanos, la ministra internacional de la OFS y la presidenta de la MI, la Madre federal de las clarisas. Cada cual nos dirigió unas palabras de saludos y augurios. Experimentamos que tenemos una gran herencia a vivir juntos, apuntando a las muchas cosas que nos unen y afianzándolas, más bien que a las diferencias históricas que ya no tienen más sentido y lugar. La celebración de la jornada de la vida consagrada (2 de febrero) en la catedral de S. Rufino, repleta de religiosos y religiosas. En este sentido, Asís es como el Monte Athos para los ortodoxos. Tuve un pensamiento malo: que quizás hay un despilfarro de vida religiosa aquí -aunque muchas son casas de acogida o formación-, mientras que tantos lugares necesitarían de una presencia y testimonio. La visita al papa Benedicto XVI, como signo de fidelidad a la Iglesia, cuyo amor marcó a Francisco y constituye elemento esencial de su espiritualidad. Pudimos ver al Papa apenas 5 días antes de que anunciara su renuncia al solio pontificio (11 de febrero… mi cumpleaños…). En realidad, fue una experiencia “fría”, casi anónima entre el montón de gente del Aula Pablo VI, con un saludo de dos líneas de parte del Papa a los capitulares. Tal vez, faltó algo en la organización del evento… El hermoso y fraterno compartir con los obispos de la Orden, que pasaron todo un día con nosotros. La peregrinación a Osimo, para venerar al cuerpo de nuestro ilustre santo José de Cupertino, e inspirarnos a su ejemplo de mística excelsa, vivida más que descrita; a su devoción grande y sincera; a su amor para con los hermanos, aunque obligado a vivir como recluso; a su alegría y atención en las relaciones humanas; a su radicalidad en la vivencia de los votos. En la tarde, el encuentro con Maria en la Santa Casa de Loreto.

¿Qué añadir más? Siento que Dios me ha regalado una experiencia bella y enriquecedora, a través del encuentro con Francisco en su patria, y el compartir con hermanos frailes de todo el mundo. Unido a la belleza del paisaje, al cual el ojo no se habitúa y hace siempre nueva y asombrada la mirada; y la sensación de rapto casi místico que te dan unos lugares e iglesias. Encima, el Señor nos donó días despejados, casi sin frío, raros para el invierno italiano, que nos permitieron disfrutar aún más todo el evento, llenando de luz ojos y corazones.