Primera parte del Capítulo general
Asís (19-30 de enero)
Tengo ya más de 10 días en la
ciudad de Francisco de Asís, celebrando el 200º Capítulo General de la Orden. Sábado
19, bajo una lluvia intensa, arrancamos -los frailes capitulares presentes en
el colegio Seraficum- hacia Asís, para dar inicio al evento capitular. Es
siempre una emoción llegar a este pueblo, patria de San Francisco. Encima, esta
vez es ocasión de reencuentro con unos cuantos frailes de todo el mundo, entre
los cuales hay varios amigos. Con algunos nos liga una vieja amistad, aunque
tuvimos muy pocas ocasiones de vernos, tal vez años sin encontrarse. Es toda
una alegría. Algo parecido a lo que probaban los primeros compañeros de
Francisco al reunirse en sus Capítulos. Tenemos previstas jornadas de mucho
trabajo en aula y en los grupos, junto a la hermandad que se vive en las oraciones,
el comedor y los recesos.
Los primeros dos días han sido
como una introducción espiritual, muy importante para marcar las pautas de un
Capítulo, así como lo pensó Francisco: reunión de frailes para tratar de las
cosas de Dios, qué hacer para vivir mejor el evangelio. En esto nos ayudaron el
saludo inicial del Custodio de la Basílica fray
Giuseppe Piemontese y del Ministro general fray Marco Tasca; la homilía dominical del obispo de Asís, mons. Domenico Sorrentino; y, sobre todo, la
reflexión de Enzo Bianchi, prior de
la fraternidad monástica de Bose. De veras, me parece gracia de Dios el estar
aquí.
Martes 29 hubo la elección del
nuevo
Ministro general. Volvimos a elegir a fray Marco Tasca, por un segundo mandato. El 30 tuvimos la elección
del Definitorio, es decir de sus consejeros para el próximo sexenio. Éstos los
elegidos:
fray Jerzy Norel Vicario
general
fray Vincenzo Marcoli Secretario general
fray Jacek Ciupinski Asistente general CEO (área Europa oriental)
fray Jude Winkler Asistente
general CFC (área Anglo Americana)
fray Tadeusz Swiatkowski Asistente general AFCOF (área África)
fray Miljenko Hontic Asistente general CEC (área Europa Central)
fray Jorge Fernandez Asistente general FALC (área América Latina)
fray Benedetto Baek Asistente general FAMC (área Asia)
fray Joaquín Agesta Asistente general CIMP (área Intermediterránea)

De hecho, se confirmaron los
mismos componentes del Definitorio anterior, con la única excepción de fray
Joaquín Agesta, Asistente de la Falc, al puesto de fray Valentín Redondo. Se
puede afirmar que los Capítulos de los frailes se dividen en dos partes, aunque
las sesiones son cinco. Una primera, en la que se hace una evaluación del
sexenio pasado y la elección del nuevo gobierno de la Orden. Una segunda, que
empieza mañana, en la que se va elaborando el Proyecto de la Orden en los
próximos seis años. Pues, aunque la elección del nuevo Ministro General
catalice la atención y las esperas, hay que pensar que los trabajos capitulares
son más complejos y completos. A no ser así, el Capítulo podría durar no más de
dos semanas…

Me gustaría compartir unas
sensaciones sobre esta experiencia fraterna del Capítulo y el lugar en donde lo estamos viviendo.
Las sesiones capitulares ocupan casi todo el tiempo. Empezamos a las
8.00 am con el rezo de Oficio de Lecturas y Laudes. A las 9.00 inician las labores
en el aula capitular o en diferentes grupos, hasta las 12.00, cuando tenemos
misa. A la 1.00 pm almuerzo y a las 4.00 retomamos el ritmo. A las 7.15 pm
vísperas y a las 8.00 cena. Puede que salga una sesión extra después de la
cena. Los idiomas usados son los de la Orden: italiano, español, inglés y
polaco. En las liturgias se alternan las lenguas (no me atrevo a imaginar qué
palabrotas nos salen al intentar leer en polaco…); en el aula hay traductores e
intérpretes. A pesar de las diversidades de proveniencia, cultura y
convicciones, todo se desenvuelve en un clima de mucha, rica y linda
fraternidad. A veces, el idioma es un impedimento, pero casi todos, por suerte
mía, hablan o entienden el italiano.

Unos
momentos litúrgicos son sugestivos, por ambientación y solemnidad.
Por ejemplo, la misa al Espíritu Santo, antes de la elección del Ministro
General, me ha dado escalofríos de emoción. Las homilías de fray Jude Winkler
son esenciales, estimulantes y simpáticas, una manera de expresarse informal y
familiar, novedosa –según mi parecer- en una asamblea capitular. Nos arranca a menudo
una sonrisa, y marca a la vez una actitud evangélica frente a lo que se va a
cumplir.

Cuando me dijeron que el
Capítulo sería en invierno, me puse un poco bravo, pensando en el clima rígido
italiano. Sin embargo, tal vez también porque el clima ha sido clemente, ahora
aprecio la ocasión de disfrutar
Asís,
donde todo habla de Francisco, en el silencio del tiempo invernal, casi sin
turistas. Me dedico a caminar un rato después del almuerzo. Y, cuando llueva,
lo hago en el pórtico del Sacro Convento, admirando el espléndido paisaje del
valle abajo. Encima, hay la posibilidad única e impagable de sentarnos, aunque
fuera por breves momentos posmeridianos, frente a la tumba de San Francisco, en
mudo diálogo entre su carisma, grabado en la sencilla piedra del sarcófago, y
nuestras torpezas en el vivir el evangelio a la escuela de él. Bello e interesante
ha sido el paseo a las ciudades de Spoleto y Foligno, por la hermosura de la
una, y el encuentro con la Beata Ángela en la otra.
Desde mañana, 31 de enero,
vamos a empezar la segunda parte del Capítulo, seguramente aún muy importante
para marcar el camino del próximo sexenio. Dios siga iluminándonos, y San
Francisco nos acompañe, para que todo se desarrolle en el espíritu de
fraternidad y respeto hasta aquí experimentado.
Segunda parte del Capítulo general
Asís (01-17 de febrero)
Tumba de S. Francisco de Asís,
mediodía del domingo 17: todos los frailes capitulares reunidos alrededor de su
Padre y Fundador, para cerrar el 200º Capítulo general de la Orden. Quisiera
empezar desde el final para hablar de los días que hemos transcurrido en los
trabajos capitulares luego de la elección del Ministro general y su
Definitorio. Porque estar allí, en aquel ambiente muy particular, todos los
hermanos juntos, invocando al Espíritu Santo y confiando en la compañía
espiritual de nuestro padre Francisco, confiere el sentido verdadero a lo que
hemos vivido en todo el mes. Tal vez no se produjo lo que se esperaba de un
punto de vista de análisis de la realidad de la Orden en el mundo actual y de
proyección profética. Sin embargo, ha sido una experiencia de hermosa
fraternidad, a veces no fácil por las diferencias de idiomas y culturas, ayudados
e impulsados por el ejemplo de la primera fraternidad franciscana.
Conmovedor el encuentro con
los restos mortales de 5 de los primeros compañeros de Francisco, exhumados
unos días antes del Capítulo y repuestos en su lugar a la presencia de
nosotros, hermanos suyos en la actualidad. Todos quisimos tocar las nuevas
urnas en plexiglás, antes de colocarlas bajo la imagen de la Virgen con S.
Francisco, fresco del Cimabue. No por costumbres necrófilas, ni para
despedirlos en paz; sino para sentir cercanía con hermanos que nos han
precedido en los albores del franciscanismo y han marcado pautas para sus
seguidores, hasta hoy. Ha sido como querer que fluyera una energía saludar
entre ellos y nosotros, para que nos transmitieran algo de los entusiasmos y
radicalidad de los comienzos; y para agradecerles por su arriesgarse en pos de
Cristo a la escuela de Francisco de Asís, vocación que compartimos con ellos y
que sigue emocionándonos.

Pero volvamos a la tumba de
Francisco, hacia la cual se han tendido nuestras manos y pensamientos durante
todo el Capítulo. Como decía arriba, el último acto, la “Celebración del
Mandato”, ha sido muy conmovedor. Varios fatigamos mucho para detener las
lágrimas. Sentíamos lo que experimentaban los compañeros de Francisco cuando
tenían que despedirse de su “padre y fundador”, al finalizar un capítulo
general. El pesar y la nostalgia de los “adiós”, al padre y a muchos hermanos,
cada cual para regresar a sus propios lugares, llevando el testimonio de fe con
el ejemplo de una vida verdaderamente fraterna, predicando la paz y alegría
frutos de conversión evangélica, gastándose para difundir y afianzar la utopía
del reino de Dios.

Significativas las palabras
que nos han acompañado en la celebración. Cada Presidente de Conferencia encendió una lámpara y, al lado del altar con la urna de S. Francisco, leyó una
invocación al Espíritu Santo sobre nuestras vidas y obras. No creo que fue
casual lo que le tocó leer a cada uno. Tal vez, se podría entender como el
motivo inspirativo que Dios quiso donarnos. A Carlos Trovarelli, por la Falc,
le tocó la siguiente oración: “
Ven, oh
Espíritu Santo, y convierte nuestras Comunidades en lugares de auténtica
fraternidad, donde reine el diálogo, el respeto profundo y sincero a la
diversidad, donde el amor y la misericordia superan cualquier división. Haznos
Fraternidades ‘contagiosas’, que difundan en su entorno el perfume de la
Caridad”. Siguieron dos oraciones más, que vale la pena traducir y rezar de
vez en cuando. Una a María y la otra a San Francisco. La primera, de mons.
Tonino Bello: “
Santa Maria, mujer
creyente, ayúdanos a tener el valor de partir para volver al centro de nuestra
vida. Tú, que no tuviste miedo de entregarte de pleno a la Palabra que pedía
hacerse carne en ti por nuestra salud, enséñanos a dar el sobresalto de fe con
la fuerza de un ‘sí’ que venza a todos los ‘si’ y ‘pero’. Llévanos a tu Hijo,
la verdadera perla preciosa, y ayúdanos a entender el valor auténtico de las
cosas que no tienen precio. Amén”. La segunda se puede leer en las Fuentes
Franciscanas, al n. 224: “
Acuérdate, o
padre nuestro Francisco, de todos nosotros hijos tuyos. Tú, o santísimo, sabes
perfectamente cómo, angustiados por graves peligros, sólo de lejos seguimos tus
huellas. Danos fuerza para resistir, purifícanos para resplandecer, haznos fecundos
para dar fruto. Haz que se derrame sobre nosotros el espíritu de gracia y
oración, para que logremos la verdadera humildad que tú tuviste, guardemos la
pobreza que tú viviste, merezcamos aquella caridad con que tú siempre amaste a
Cristo crucificado”.

Los días anteriores se han
caracterizado por un intenso trabajo capitular, en asamblea y grupos, y por un
lindo compartir fraterno. La rutina ha sido rota por unos momentos e
iniciativas particulares.
Tres conciertos
nocturnos, que disfruté mucho, organizados de manera excelente por fray
Giuseppe Magrino en el escenario magnífico de la Basílica inferior. La
visita de los Ministros franciscanos, la
ministra internacional de la OFS y la presidenta de la MI, la Madre federal de
las clarisas. Cada cual nos dirigió unas palabras de saludos y augurios.
Experimentamos que tenemos una gran herencia a vivir juntos, apuntando a las
muchas cosas que nos unen y afianzándolas, más bien que a las diferencias
históricas que ya no tienen más sentido y lugar. La
celebración de la jornada de la vida consagrada (2 de febrero) en
la catedral de S. Rufino, repleta de religiosos y religiosas. En este sentido,
Asís es como el Monte Athos para los ortodoxos. Tuve un pensamiento malo: que
quizás hay un despilfarro de vida religiosa aquí -aunque muchas son casas de
acogida o formación-, mientras que tantos lugares necesitarían de una presencia
y testimonio. La
visita al papa Benedicto
XVI, como signo de fidelidad a la Iglesia, cuyo amor marcó a Francisco y
constituye elemento esencial de su espiritualidad. Pudimos ver al Papa apenas 5
días antes de que anunciara su renuncia al solio pontificio (11 de febrero… mi
cumpleaños…). En realidad, fue una experiencia “fría”, casi anónima entre el
montón de gente del Aula Pablo VI, con un saludo de dos líneas de parte del
Papa a los capitulares. Tal vez, faltó algo en la organización del evento… El
hermoso y fraterno
compartir con los
obispos de la Orden, que pasaron todo un día con nosotros. La
peregrinación a Osimo, para venerar al
cuerpo de nuestro ilustre santo José de Cupertino, e inspirarnos a su ejemplo
de mística excelsa, vivida más que descrita; a su devoción grande y sincera; a
su amor para con los hermanos, aunque obligado a vivir como recluso; a su
alegría y atención en las relaciones humanas; a su radicalidad en la vivencia de
los votos. En la tarde, el encuentro con Maria en la
Santa Casa de Loreto.

¿Qué añadir más? Siento que
Dios me ha regalado una experiencia bella y enriquecedora, a través del encuentro con Francisco en su patria, y el compartir con hermanos frailes de todo
el mundo. Unido a la belleza del paisaje, al cual el ojo no se habitúa y hace
siempre nueva y asombrada la mirada; y la sensación de rapto casi místico que
te dan unos lugares e iglesias. Encima, el Señor nos donó días despejados, casi
sin frío, raros para el invierno italiano, que nos permitieron disfrutar aún
más todo el evento, llenando de luz ojos y corazones.