3er Capítulo ordinario custodial
Nuestra Señora de Coromoto
Venezuela
Relación final, 24 de junio de
2011
1. Visión de conjunto del camino de la custodia
Tratando a modo de síntesis algunas líneas temáticas que ayudan para
tener una visión de conjunto del camino de la custodia, un camino que conlleva
momentos de oportunidades y de carencias, perspectivas y esperanzas. El
capitulo indica habitualmente las propuestas y los compromisos de un nuevo
camino, en respuesta a las exigencias para una asimilación creativa del carisma
franciscano. Antes que ser un problema todos los acontecimientos realizados en
la custodia, son por el contrario una riqueza.
Expreso sobre todo la convicción que solamente poniendo “sólo nuestra
mirada en Jesús” (Hb 12,12) es posible para la custodia acoger el fundamento
del propio ser y el modelo del propio actuar. La primera pregunta no puede ser:
¿Qué cosa hace o debe hacer la custodia, cual es su rostro?; sino por el
contrario: “¿Cuál es el rostro de Cristo?” porque es solo descubriendo el rostro de Cristo que se realiza el rostro de la
custodia y sobre este, reafirmando el primado de Cristo se insertan todas
las demás elecciones.
La configuración de la custodia en cuanto a las presencias y
actividades está al límite de lo necesario. Después de 33 años de misión se
registra, un mantenimiento de las posiciones territoriales, una estaticidad del
carisma, una reducción numérica de los frailes, se hace necesaria una presencia
cualificada, un impulso para los compromisos comunitarios, formativos y
apostólicos. Se nota un extraño grado de sentido de pertenencia, de
sensibilidad, de donación de los frailes y esto es un síntoma del tono de vida
espiritual de los frailes en la ordinariedad de la vida. Una más profunda
madurez de vida de fe es una condición necesaria para una explicita misionariedad.
Volver a poner en el primer puesto la formación, para la construcción de una fisionomía espiritual y
apostólica. Es con esta identidad que los frailes pueden dar la propia contribución
en las diversas dimensiones: de vida fraterna, de compromiso apostólico, de
compromiso social y cultural. La fraternidad es un compromiso de comunión y de
compartir, contra toda discriminación y división. Se nota una urgente necesidad
de sentido de pertenencia para vivir y no solamente para sobrevivir. Alguno de
ustedes decía que “la cantidad del futuro será la cualidad” y hacia ahí apunta
nuestra reflexión que nos lleva a un compromiso para construirlo más que sentarnos
a recordar el pasado.
Les solicito un mayor sentido de pertenencia, más fraternidad, más
pastoral juvenil. ¿Nos podemos preguntar si la custodia se presenta como una
realidad eclesial consolidada, reconocida y apreciada?
El espíritu abierto de nuestro amado fray Germano, de feliz memoria,
nos pide sobre todo que acojamos
concretamente los estímulos de la visión franciscana de la vida y de la misión.
La provincia les considera capaces y espera de ustedes la plena
expresión y el pleno testimonio de nuestro carisma a nivel pastoral y
espiritual.
2. Algunas decisiones de fondo
Después de haber elaborado el PCC, espero que alguno no vaya a hacer
sus propias prioridades o abandonar las decisiones capitulares. No es que no
existen puntos de referencia, el problema es que nos vemos tentados a hacer
referencia solo a aquellos que nos parecen más cómodos.
La experiencia de Dios es un camino personal y comunitario indispensable
para expresar una significativa presencia en medio a los hermanos. Vivir una fidelidad dinámica y creativa del carisma,
vivir la obediencia como corresponsabilidad en un proyecto comunitario, tener
espíritu de iniciativa, participar a la vida fraterna en nombre de una
obediencia común. Ser frailes que gastan su existencia para encarnar el
evangelio en la historia, para expresar más en nuestro actuar que en palabras,
el ser hombres de Dios, mostrando de tener una razón para vivir cosas fuertes y
de estar dispuestos a morir por ellas.
Encontrar tiempo y fuerza para poner en marcha un proceso de
cualificación de nuestras comunidades, mediante una presencia de animación y de
apoyo, no podemos perder el contacto con la realidad, y sobre todo no nos está
permitido “ausentarnos” del dialogo fraterno.
Una tarea del definitorio es
animar la fraternidad custodial y un compromiso del guardián es animar la fraternidad local, partiendo de la imagen
evangélica del Buen Pastor. Ponerse en
relación con los frailes que no son números sino personas. Por esto se hace
necesario un compromiso continuo en la formación permanente: sin escatimar ni
tiempo ni dinero.
Mi invitación es a cultivar el
clima de confianza y aprender a trabajar en equipo. A trabajar en modo
particular en el discernimiento vocacional para no encontrar dificultades en
nuestros ambientes. El objetivo principal no es la conservación de lo que ya
existe, la sobrevivencia de las comunidades, sino vivir plenamente la propia
vocación de consagrados. Realizar una comunidad religiosa centrada sobre el respeto
de la persona, sobre el compartir y sobre la corresponsabilidad, de este modo
la comunidad se hará significativa por sí misma.
Se hace necesario un decidido testimonio de la pobreza como riqueza de relaciones humanas nuevas y libres. En la
pobreza se expresa el sentido decisivo de acoger el don de sí mismo y del otro.
Solo un corazón pobre sabe llenarse de la riqueza de Cristo y de su plenitud de
vida. De este camino emerge la fuerza y el criterio para afrontar los desafíos
que la fraternidad y la misión nos proponen. La vida fraterna nos ofrece la
libertad como responsabilidad.
Es necesaria una coordinación
única para un buen desarrollo de la Pastoral juvenil y vocacional, potenciar la
participación al Juconfra, cada comunidad local tenga un responsable para la
PJV.
Para una buena administración económica se tenga una constante atención
sobre la transparencia económica, que al mismo tiempo significa transparencia
de vida, sobriedad que nace del fruto del propio trabajo.
3. Algunas perspectivas
La puesta en marcha del capítulo no es solo “para celebrar”, sino para
“mirar hacia adelante” y preparar el futuro con esperanza.
Pongo en evidencia algunas perspectivas del mandato, verdaderamente
elementos decisivos que tienen que ver con la vida y la misión de la custodia,
tenemos necesidad de:
1.
Reforzar
nuestra identidad franciscana conventual.
2.
Experimentar
cada vez más el sentido de pertenencia a la custodia, evitando de ser demasiado
individualistas. La resignación y el pesimismo destruyen nuestra fraternidad desde
la raíz.
3.
Buscar
dentro de la comunidad mayor espacio para la vida de la oración, para la
celebración del capítulo conventual, para la vida fraterna y para la formación
humana.
4.
Crecer en
la unidad delante de la diversidad de caracteres de cada persona.
5.
Realizar
un curso de formación franciscana como formación para toda la custodia
6.
Trabajar más
intensamente y con mayor prudencia en la
formación inicial y atender más la formación particularmente en el seminario.
Sobre el tema de la pastoral vocacional no se hace necesario solamente mirar hacia
la sobrevivencia, debemos hacer un serio discernimiento vocacional con los
candidatos.
7.
Ser
ejemplo de una pastoral parroquial que viva a la luz de un proyecto bien
estudiado y aplicado. Promover una acción unitaria y programada en todas las
actividades.
8.
Ser
coherentes con el proyecto cuatrienal de la custodia, armonizándolo con aquellos
comunitarios y personales
9.
Cualificar
todos los servicios de animación en todos los sectores de la conventualidad y
de la pastoral, abriéndonos a nuevas formas, involucrando a los laicos y a los
voluntarios.
10. Apreciar la única “nueva pastoral” que se
desarrollará en el Santuario Nacional.
11. Crear actividades para reforzar la
administración de la custodia y no desperdiciar el patrimonio que se tiene
hasta ahora.
Con esta relación he querido intentar hacer una síntesis de todo
aquello que ha sido escuchado y compartido en este capítulo y sobre todo para
dejarles algunas consignas que ustedes hermanos sabrán poner en obra en la
custodia.
Palmira 23 de Junio de 2011
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