Prot. 156/11-15
Palmira, 21 de enero del 2015

Lamento mucho no poder presenciar
a la celebración de los 50 años de la parroquia, debido a compromisos
inherentes a mi servicio custodial y que me tienen en estos días fuera del país.
A través de esta carta, que fray José Luís Avendaño, Vicario de la Orden en
Venezuela leerá en mi lugar, junto a los demás frailes de la Custodia que no
podrán participar al evento, quisiera hacerme presente espiritualmente,
asegurándoles mi oración y alegre cercanía a todos ustedes. Por cierto, los que
han pasado por esa comunidad –incluso mi persona, aunque por poco tiempo– y han
podido saborear su cariño y amabilidad, todo eso lo vivirán con sentimientos de
mucho agradecimiento e intensa nostalgia.
En la vida de una
persona los 50 años son motivo para reflexionar sobre cómo uno quiere seguir
viviendo los años que aún le quedan, consciente que la mayor parte de su
experiencia está relacionada más con el pasado que proyectada hacia el futuro. A
veces se puede volver pensamiento estremecedor, intuyendo la sombra de la
hermana muerte que se torna realidad con la cual confrontarse. Sin embargo, en
nuestro caso la única imagen que tiene que proyectarse sobre esta fiesta es la
de la Resurrección, de la vida sin fin, don de Dios a los hombres a través de
su Hijo querido. Es ocasión propicia para hacer memoria de fe, de la presencia
constante del Señor en la vida de la comunidad. Tenemos el grato deber de
recordar a tantos sacerdotes, frailes y laicos que han escrito la historia del
Reino de Dios en esta parroquia, con sus palabras y testimonio; sus nombres son
notos o anónimos, pero todos están bien presentes en la mente y en el amor de
Dios.
Su párroco fray Evelio,
a quien saludo y agradezco por su servicio actual, me ha descrito por teléfono
las iniciativas que han preparado la celebración de hoy: encuentros de los que,
en estos 50 años de vida parroquial, han gozado de la gracia de Dios recibiendo
los sacramentos de la iniciación cristiana y del matrimonio; invitación a todos
los párrocos y frailes que han pasado por la comunidad de Guanare; etc. Así
como he escrito, es deber fundamental recordar el pasado y agradecer a Dios por
tantos testigos del evangelio, vivos o ya muertos, que han hecho la historia de
fe de la iglesia de San José Obrero. Sin embargo, no nos podemos quedar en el
puro gloriarnos por lo hecho y acontecido. Dios quiere seguir escribiendo su
historia de salvación hoy y siempre, sirviéndose de los discípulos de todos los
tiempos, de nosotros, comprometidos a vivir y anunciar la alegría del evangelio
con palabras y obras, alimentados a la mesa de la palabra de Dios y del pan eucarístico,
acompañados por el amor misericordioso del Señor en el sacramento de la
penitencia, celebrando la vida en nuestra comunidad parroquial, casa y
presencia de Dios en medio de las casas de los hombres. La nueva iglesia
parroquial aumente aún más nuestro deseo de encuentro entre hermanos y con
nuestro Dios. No ha sido construida para alardearnos de sus muros, como si
fuera un monumento más; sino para que se vuelva de verdad hogar de los
cristianos católicos en este territorio, iglesia particular que haga presente
el cuerpo místico de Cristo, abierto a acoger a todos los que deseen
encontrarse con él.
Vivencia de fe y misión
son las dos caras de la misma hermosa vocación de todo cristiano y toda
comunidad. Nuestro entorno, la ciudad de Guanare, nuestra Venezuela necesitan
del anuncio del evangelio de Jesús, para poner a un lado conflictos entre las
partes e intereses egoisticos; para ir construyendo una patria donde albergue
la paz, el diálogo, el respeto, la tolerancia, la honradez y honestidad. Ya es
inderogable el compromiso de todos y cada uno a construir la civilización del
amor, teniendo a Cristo como ejemplo. Él es modelo sublime de evangelización,
siendo la Palabra hecha carne, expresión máxima de la misión amorosa de Dios
para con los hombres. Hagamos que este aniversario produzca preciosos y
abundantes frutos de conversión y santidad, para que no se apliquen a nosotros
las palabras de San Francisco de Asís, quien decía: “Por eso, es grandemente vergonzoso para nosotros, los siervos de Dios,
que los santos hicieron las obras y nosotros, con referirlas, queremos recibir
gloria y honor” (Adm 6).
Nos acompañe e inspire
el ejemplo de S. José, fiel custodio de Jesús, Hijo de Dios hecho hombre, quien
nos enseña a cuidar y no desperdiciar el don de su presencia en nuestra vida. Quiero
terminar esta carta con la misma oración litúrgica del día de su santo patrono,
S. José Obrero; ella representa un deseo y reto para los cristianos de esta
comunidad. “Dios nuestro, creador del
universo, que has establecido que el hombre coopere con su trabajo al
perfeccionamiento de tu obra, haz que, guiados por el ejemplo de S. José y
ayudados por su plegarias, realicemos las obras que nos encomiendas y consigamos
los premios que nos prometes. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén”.
fray Matteo
Ornelli
Custodio
provincial
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