
Prot. 159/11-15
Caracas, 13 de marzo de 2015
Muy queridos hermanos, ¡El Señor les dé la paz!
Es una gran alegría
para toda la Custodia celebrar mañana, 14 de marzo, los 50 años de ordenación
sacerdotal de nuestro hermano fray Pedro Buonamassa, y agradecer a Dios por el
don de su presencia a nuestra patria Venezuela y a la Iglesia que aquí vive y
testimonia el evangelio de nuestro Señor Jesucristo. De veras, él es un don de
Dios, sobre todo para nosotros sus hermanos en la vida religiosa franciscana.
Me gustaría citar parte
de la carta que escribió el Ministro provincial en ocasión de este aniversario
que une a tres frailes de Puglia, todos con experiencia larga en tierras de
misión: fray Pedro Buonamassa (Brasil y Venezuela), fray Giuseppe Lamanna
(Zambia), fray Salvatore Sabato (Indonesia). Esto escribe el Provincial, dando
una clave de lectura eclesiológica, además de la vocacional, de la elección
misionera de los tres.
El
domingo 14 de marzo de 1965 el entonces obispo de Lucera, mons. Antonio Cunial,
la mañana del día del Señor, otorgaba este sacramento a los tres jóvenes
frailes, en nuestra iglesia de San Francisco de Asís, a los pies de la urna con
los despojos mortales del “Padre Maestro” desde poco beatificado.
La
Iglesia universal estaba viviendo las últimas, emocionantes fases del Concilio
Ecuménico Vaticano II, del cual ya pregustaba la carga de renovación, a partir
de la incipiente reforma litúrgica: tan sólo el domingo anterior el beato Pablo
VI había celebrado por primera vez, en una parroquia romana, la liturgia
eucarística en lengua italiana.
Pero,
sobre todo, el Concilio imprimiría a la Iglesia un nuevo impulso evangelizador,
llevándola una vez más por las rutas del hombre contemporáneo para anunciarle
el Evangelio de Cristo y su salvación. Así también nuestros tres frailes
abandonarían pronto su propia tierra para llevar “a los confines del mundo” la
Palabra del Señor y la gracia que nos viene de él, en una fase de la vida de
nuestra Orden que aún la veía fuertemente comprometida en la misión “ad gentes”.
Fray Pedro Buonamassa, luego de una
inicial, y muy breve, estadía en Puglia, en nuestro convento de Corato, pidió y
logró partir para Brasil, a Ibema; seguidamente estuvo también en Caçapava, en
repetidas ocasiones, y en Petrópolis. Finalmente, en 1978, junto a fray Francesco
Calderoni y fray Giovanni Pentimone dio comienzo a la presencia de la Orden en
Venezuela, tierra de antigua evangelización, pero históricamente pobre de
clero, en aquella que se configuraría como la delegación provincial “Nuestra
Señora de Coromoto”. Fray Pedro estuvo de comunidad en el primigenio convento
“San José Obrero” en Guanare, capital del estado Portuguesa, bendecido por las
apariciones de la beata Virgen María de Coromoto (donde fue, en diferentes
momentos, guardián, párroco de la parroquia “Beata Virgen María de la Paz” en
Guanarito y de la misma parroquia de “San José Obrero en Guanare, y responsable
del “Centro Vocacional Franciscano”); luego en Palmira, en el nuevo “Seminario
franciscano”; en Pueblo Llano, como guardián del convento “Santísima Trinidad”
y maestro de los novicios; y de nuevo en Guanare como segundo custodio de la
joven Custodia provincial de Venezuela, erecta en el 2003. Ahora reside en la
ciudad de Valencia. Fray Pedro ha trabajado y aún trabaja con gran celo, entre
muchas otras actividades, para la promoción de la Milicia de la Inmaculada, sostenida
también a través de varios medios de comunicación, y ha realizado y cuidado,
con la colaboración sobre todo de franciscanos seglares, la obra “El Buen
Samaritano”, pensada para acoger borrachitos y otras personas socialmente
marginadas.
constituye un verdadero don del Señor para la persona que es llamada a esta vocación
ministerial. En el caso de fray Pedro, podemos afirmar, sin lugar a dudas, que
él vivió y sigue viviendo este don con total entrega, firme fidelidad,
franciscana alegría. Su amor a la Orden, su celo apostólico, su espíritu
fraterno son ejemplo y desafío para todos nosotros. El Señor quiso donar a
nuestra patria fundadores santos y comprometidos con la implantación del
carisma franciscano conventual en Venezuela. Como escribía en ocasión de los 50
años de la parroquia de Guanare, “Hagamos que este aniversario produzca
preciosos y abundantes frutos de conversión y santidad, para que no se apliquen
a nosotros las palabras de San Francisco de Asís, quien decía: Por eso, es grandemente vergonzoso para
nosotros, los siervos de Dios, que los santos hicieron las obras y nosotros,
con referirlas, queremos recibir gloria y honor (Adm 6)”.
Dios, quien nos ha
bendecido con el don de este hermano nuestro y su santidad, bendiga a fray
Pedro y lo guarde. La Virgen, bajo la advocación de Inmaculada y Coromoto,
ampare su persona, lo consuele y conduzca por los caminos de Dios. San
Francisco de Asís y San Maximiliano M. Kolbe lo acompañen fraternalmente e
inspiren su testimonio evangélico.
De parte de nosotros,
tus hermanos en la vida religiosa franciscana, un caluroso “Dios te pague”,
fray Pedro, por todo.
fray Matteo
Ornelli
Custodio
provincial
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